sexo de verdad esperar al matrimonio makelovehappen

Sexo de verdad (o por qué esperar al matrimonio)

«Quiero hacer el amor contigo», dicen —y gritan a los cuatro vientos— unos jóvenes en este vídeo genial de Soy amante. Y es el primer punto interesante que hay que tener en cuenta al hablar sobre el sexo en el noviazgo: sí, quiero hacer el amor con mi novio/novia. Si eres de los que ha decidido esperar a tener relaciones sexuales al matrimonio, puede que te hayan hecho esta pregunta —o similares— varias veces: «¿No tienes ganas? ¿no quieres…?». Si dices que no, o estás mintiendo o tienes un problema. Claro que quieres. Pero el segundo punto clave de la cuestión, lo dicen los mismos jóvenes del vídeo mencionado antes: «solo contigo, siempre contigo, quiero mi vida con la tuya, quiero tu vida con la mía, quiero que todos lo sepan». Y este deseo que todos llevamos dentro de compartir nuestra vida con una persona, amarla para siempre, entregarle la vida y el cuerpo, se concreta y se hace realidad de una manera: casándose, en el matrimonio.

Porque si esperas a tener relaciones sexuales al matrimonio no es porque la otra persona no te atraiga, sino por otras razones:

  1. El cuerpo tiene un lenguaje, y, como propone Mikel G. Santamaría, hay que volver a una ecología sexual. Aquí suele haber dos objeciones:
    • «Pero si nos queremos mucho…»
    • «Pero si ya tenemos fecha de boda»
  2. Yo no decido aguantarme, decido querer.
  3. El sexo no es necesario en el noviazgo.
  4. La biología tiene algo que decir en todo esto.
  5. Vale la pena. La EPA (Experiencia Propia y Ajena) lo confirma.
  6. ¿Y si ya he tenido relaciones?

1. El cuerpo tiene un lenguaje

Con el cuerpo nos comunicamos y transmitimos. El mensaje que expresa el sexo es «te amo, para siempre, y me doy entero a ti». Si eso no corresponde con una realidad vital —que ya te has entregado de hecho, que te has casado— tu cuerpo no dice la verdad, no puede ser expresión auténtica de una entrega que no existe todavía. Como si abrazas o besas a alguien pero interiormente no le tienes tal afecto: ese gesto no está expresando la realidad. En Una decisión original lo explican muy bien: puede que al hacer el amor con tu novio, ese gesto sea sincero, que nazca de un amor que existe (y no solo de un calentón o de ir a buscar el placer), pero lo importante es que sea también verdadero:

«Ahora bien, para ser un gesto verdadero debe expresar una entrega total, como la que hacen los cuerpos. En otras palabras, dos cuerpos se hacen uno de verdad cuando esas dos personas son de verdad “una sola carne”, es decir, “una sola historia, una sola vida”»

En «El noviazgo está sobrevalorado» comentaba las diferencias esenciales de noviazgo y matrimonio: el noviazgo es una preparación, por eso es provisional, temporal, tiene deseos de «para siempre», hay amor mutuo y un proyecto de compartir tu vida con el otro; en el matrimonio los deseos de «para siempre» pasan a ser una realidad, el proyecto conjunto se concreta y no es solo una idea, en el matrimonio es donde se da una entrega total, porque esa locura de darse por entero a una persona solo tiene sentido dentro del «para siempre». Si el noviazgo es temporal, entonces ¿por qué expresar con el cuerpo un «para siempre» en un contexto provisional?

«Pero nos queremos mucho…». Pues casaos. A mí me sonaría un poco raro que alguien me asegurara que me ama con locura y que por eso deberíamos acostarnos, pero que no estuviera dispuesto a casarse conmigo. ¿A vosotros no? ¿No os mosquearía un amor que os exige la entrega de lo más íntimo pero no es capaz de prometer la vida? Además, la EPA muestra que, cuando no hay verdadero compromiso, se cae fácilmente en utilizar el sexo más como simple búsqueda de placer. Tiene sentido: si sacamos el sexo del contexto de un amor verdadero (un amor comprometido para siempre), tiene muchas más papeletas para que sea menos amor y más otras cosas que no son amor. Por otra parte, ante las argumentaciones extra-románticas que intentan justificar el sexo en el noviazgo con el amor por bandera, es importante tener en cuenta lo siguiente:

«Medir el amor por la cantidad de cuerpo que se da… no es acertado. La máxima entrega física no es la mejor manifestación del amor; la mejor es la que sea verdadera. (…) Lo mejor no es la máxima entrega física, sino la máximamente verdadera, la entrega  física adecuada a la relación» (J. P. Manglano en El amor y otras idioteces)

«Pero es que ya hasta tenemos la fecha de la boda». Ya. Pero como explica Emily: «No estás casada hasta que estás casada. Estar comprometida no es un estado permanente». Y es verdad que no es lo mismo sexo sin amor que sexo sin compromiso, cierto. Pero, a ver: ¿aspiramos a un amor del bueno o nos conformamos con medias tintas? ¿Queremos el pack completo o nos montamos un “amor a la carta”?

2. No es aguantarse, es querer

Importante: si decides no tener relaciones sexuales hasta el matrimonio, no olvides que esto no va de aguantarse, va de querer, de aprender a querer cada vez mejor, de «saber amar con el cuerpo», con frase de Mikel G. Santamaría. Y eso hay que aprenderlo, como tantas otras cosas de la vida y del amor. Es una cita un poco larga, pero creo que no os la podéis perder:

«(…) la espera es en sí un acto de amor hacia esa persona con quien podemos acabar compartiendo nuestra vida; aunque no la conozcamos todavía. Cuando tras la espera uno se entrega a la persona amada por primera vez, no solamente le está entregando su persona entera en esa relación sexual concreta sino que, de hecho, le ofrece de forma implícita el don de la exclusividad, el don de la espera, el don de las dificultades y paciencia que ha tenido en el pasado para conseguirlo. La espera se puede considerar, por lo tanto, como un acto de amor anticipado que se hace realidad o concreto en el momento en que uno se entrega por primera vez a la persona amada. Hay quien da poco o ningún valor a la exclusividad como don especial. Sin embargo, es una opción que objetivamente existe y puede resultar interesante a muchos si lo piensan con detenimiento» (Un momento inolvidable, de J. de Irala)

La sexualidad forma parte de cada uno de nosotros y no es sano anularla. ¿Se puede vivir una sexualidad satisfactoria en el noviazgo y que eso sea compatible con esperar al matrimonio? Sí. Aquí los cuento.

3. Dejando fuera de vuestro noviazgo el sexo —que no la sexualidad— no os perdéis nada

Es falso ese argumento de «tenemos relaciones, porque así nos vamos conociendo más, también en este ámbito». Lo más difícil de acoplar son los corazones, los proyectos de vida, las formas de ser… Lo sexual… digamos que la naturaleza es sabia y estamos muy bien hechos. Es falsa también esa creencia de que hace falta llegar “con experiencia” a la noche de bodas. A Steven Crowder le dijeron que no llegaría a casarse sin haber tenido relaciones y, en caso de lograrlo su noche de bodas «sería rara, embarazosa y detestable». Si quieres saber cómo fue realmente lo puedes leer aquí.

4. Es una cuestión —también— de biología

«Las primeras relaciones sexuales siempre dejan cierta huella porque dejamos parte de nosotros mismos aunque sea de manera inconsciente» (El valor de la espera). Y esto no es solamente una intuición o sentido común. Es biología. Hombres y mujeres tenemos unas hormonas (la oxitocina y la vasopresina) que son segregadas por el organismo en diferentes momentos, pero con mayor intensidad durante las relaciones sexuales. Estas hormonas producen un apego hacia la persona con la que has tenido sexo. El efecto de la oxitocina y la vasopresina en el matrimonio es genial, por eso el sexo es importante y une a la pareja. El efecto de dichas hormonas en una relación temporal «te puede cegar en esa relación y restarte la objetividad necesaria para tomar decisiones adecuadas. Así, las rupturas suelen doler más, o uno puede continuar con una relación conflictiva y hasta peligrosa. En resumen, uno puede sentirse “atado” sin realmente quererlo», como señala este artículo de Educar hoy. La EPA confirma este hecho. Claro que las personas tenemos libertad y un hecho biológico como la oxitocina y la vasopresina no nos determina a estar con alguien, pero creo que la naturaleza nos quiere decir algo con la existencia de estas hormonas, ¿no?

Rigoberta y Eustaquia estaban tomando cañas. Eustaquia decía: «Yo soy libre para tener relaciones con mi novio». A lo que Rigoberta replicó: «¿También eres libre para no tenerlas, o no eres capaz de no tenerlas?». Pregunta incisiva que hace referencia a ese “efecto enganche” de las relaciones sexuales y que Eustaquia evitó contestar pero contraatacó: «¿Por qué tendría que negármelas?». Para empezar, creo que Eustaquia entendía por amor libre algo diferente de lo que realmente es. Para seguir, Rigoberta le dijo: «Con esta dinámica que tenéis, estáis cogiendo y dando el uno del otro lo que os apetece en la medida en la que más o menos os apetece a los dos. Pero ni estáis cogiendo ni estáis dando todo. Y el amor de verdad es ese todo. Lo otro será amorcillo, afecto, cuchi cuchi, oh baby baby baby uuuuh».

5. Vale la pena

Esperar a tener relaciones sexuales al matrimonio vale la pena. No conozco a nadie arrepentido de haber esperado. Sí de lo contrario. No quiere decir que sea fácil. Pero creo que todos tenemos experiencia de cosas que valen la pena y que suponen esfuerzo.

6. ¿Y qué pasa si no has esperado pero te habría gustado?

Que siempre estás a tiempo de esperar. Las segundas oportunidades existen y en el amor del bueno caben hasta las enésimas. Creo que los americanos tienen mucho más explorado todo el tema de la segunda virginidad. [Aquí un post sobre ello]. Como idea inicial os dejo con un párrafo de Una decisión original sobre el tema:

«La virginidad no se limita a un dato fisiológico, a la presencia del himen en la mujer. Es una realidad profunda, que consiste en reservarse para una entrega plena y verdadera. Podéis haber entregado en alguna ocasión vuestro cuerpo; pero, si no ha sido expresión mutua de un amor definitivo, eso no significa que hayáis perdido vuestro tesoro para siempre. Estáis a tiempo de reservaros ese gesto del cuerpo hasta que sea, de verdad, expresión de un amor maduro. Estáis a tiempo de volver a cuidar el don inmenso de que vuestro cuerpo manifieste sincera y verdaderamente lo que vive vuestro corazón»


Foto de cabecera por Toa Heftiba en Unsplash

20 comentarios en “Sexo de verdad (o por qué esperar al matrimonio)

  1. Federico Eduardo Cordeiro dijo:

    No lo puedo creer, esto es idealizar de una forma erronea al amor. El sexo puede ser en cualquier momento y siempre suma en una relacion. No hace falta esperar nada. Esperar hasta el matrimonio, por favor.

    Me gusta

    • Luzmaral dijo:

      Hola, Federico. Gracias por tu comentario. ¿Podrías explicar un poco más por qué te parece que lo que propongo en el post es «idealizar de una forma errónea el amor»?

      Por otra parte, aunque el sexo es algo buenísimo, creo que afirmar que «siempre suma en una relación» sí que puede tener un cierto riesgo de idealización. A veces el sexo separa, a veces el sexo lleva a conflictos. A veces sirve para ocultar una desunión más profunda… ¿No crees?

      Para finalizar, dices que «no hace falta esperar nada». ¿Qué te parece que cada cual elija vivir su sexualidad cuándo y cómo quiera? ¿Por qué esta manera de entender el sexo y de vivirlo es menos válida que la que tú puedas proponer?

      ¡Un saludo!

      Me gusta

    • Luzmaral dijo:

      ¡Claro!
      Me gusta mucho «Saber amar con el cuerpo», de Mikel Santamaría. También «Crecer, sentir, amar», de Juan Ramón García-Morato. Y «Te quiero, por eso no quiero. El valor de la espera», de Jokin de Irala.
      ¡Espero que te gusten!

      Me gusta

Lo que aprendemos por el camino, muchas veces lo aprendemos con los demás... ¿Qué te ha parecido este texto?