makelovehappen-qué necesitas la pregunta para tu relación

Una pregunta que transformará tu relación

De entre todas las cosas que he aprendido de Pablo, esta es una de ellas: su facilidad para preguntarme «¿Qué necesitas?».

Conjugado de diferentes maneras:

«¿Qué puedo hacer por ti esta tarde / este sábado?»

«¿Cómo puedo hacer que tu día sea mejor hoy?»

«¿Qué necesitas para poder descansar/ terminar este proyecto / etc?»

(Un ejemplo práctico de eso está narrado en los agradecimientos de El arte de no llegar a todo, y lo conté aquí también).

No sé cuándo empezó a hacerlo, pero lo recuerdo como desde siempre. Tal vez forma parte de esa capacidad suya de «hacerse cargo» de las situaciones, de las personas. Siempre ha sido un ejemplo para mí. Aunque en honor a la verdad tengo que decir que él me gana (por goleada) en número de veces formulando esta pregunta.

Curiosamente, en las últimas semanas, esta misma idea me salió al paso en tres contextos distintos. Mi madre siempre me dice que cuando una idea buena, una luz, una inspiración divina (o como quieras llamarlo) parece que te persigue, es por algo. Tal vez tengo que ponerme las pilas. Y he decidido escribir este breve artículo por si a alguien más le viene bien recordar la importancia de hacer una pregunta aparentemente tan sencilla pero con un potencial gigantesco.

Os cuento cómo me fue persiguiendo la idea:

PRIMER “RECORDATORIO”

Tuvimos nuestra sesión de matrimonios de Canavox en casa. El tema era sobre comunicación en la pareja. En una de los artículos para leer, Richard Paul Evans contaba cuáles fueron las preguntas que salvaron su matrimonio en un momento en el que su relación se encontraba al borde del divorcio y no eran capaces de parar la rueda de discusiones en la que estaban metidos. Él empezó a preguntar a su mujer: 

«¿Cómo puedo hacer tu vida mejor?»

Ella al principio recibió la pregunta de manera escéptica.

Al mes, ella le empezó a preguntar a él:

«¿Qué puedo hacer por ti?»

Y esto es lo que pasó: «Los muros entre nosotros cayeron. Empezamos a tener conversaciones significativas sobre lo que queríamos de la vida y cómo podíamos hacernos más felices mutuamente. No, no resolvimos todos nuestros problemas. Ni siquiera puedo decir que nunca volviéramos a pelear. Pero la naturaleza de nuestras peleas cambió. No solo se volvían cada vez más raras, sino que carecían de la fuerza que antes tenían. Les habíamos quitado el oxígeno. Simplemente ya no teníamos dentro de nosotros el deseo de hacernos daño».

SEGUNDO “RECORDATORIO”

Dos días después de la reunión en nuestra casa, me llegó una newsletter de un matrimonio a la que estoy suscrita (y de esas que no me da la vida para llevar al día), y justamente ese lunes la abrí y la leí.

“Casualidades” de la vida… hablaban del artículo del primer recordatorio. Un artículo escrito hace 10 años. Quiero decir, que no es que estuviera de rabiosa actualidad.

Los autores de la newsletter contaban su experiencia cuando se hacían el uno al otro la pregunta: ella decía que cuando su marido se la plantea, «aunque no tenga una respuesta rápida y preparada (y solo empiece a enumerar todas mis tareas pendientes), me anima y me da aliento saber que él quiere ayudar a que mi día sea mejor». Y por el otro lado, cuando ella le pregunta a él, él suele responder algo como «Solo sé tú misma con lo maravillosa que eres», lo que, obviamente, ella no solo agradece sino que, además, lo siente como un impulso para pensar en grande, «más allá de mis propios objetivos, para buscar cómo puedo ser una bendición para mi esposo. Me hace ser menos egoísta y estar más centrada en cómo puedo ser un “don de mí misma” para él».

TERCER “RECORDATORIO”

Esa misma semana, me salió en Instagram un vídeo de Erika, la viuda de Charlie Kirk, en el homenaje que le organizaron tras su asesinato. Contaba que todos los sábados, él le escribía una “love note” que siempre terminaba con la misma pregunta:

«Dime, por favor, cómo puedo servirte mejor como marido»

Me sorprendió ver la cantidad de comentarios del tipo: «Eso es servidumbre», «Ninguna persona debería abajarse a preguntar eso», «Servir es humillante», etc etc. [No he encontrado el link del que vi en su momento, y en este de Facebook que he enlazado los comentarios parecen más positivos] 

Pensé con tristeza que así nos va. Que si no somos capaces de preguntar a la persona que más amamos en el mundo «¿Qué necesitas?» porque consideramos que ponernos a su disposición de esa manera nos “quita algo”… ¿cuál es la alternativa? [Por supuesto, estamos hablando de relaciones sanas y normales, no manipulativas ni de opresión].

Si no vivimos para querernos más, para servirnos el uno al otro en el día a día, para preocuparnos por el bien del otro… 

Si pensamos que tan solo plantear esta pregunta es perder o perderme…

Tal vez estamos viviendo una relación no de amor sino de competición.

A ver quién sale ganando más.

A ver quién es capaz de mantener más intacta su cuota de autonomía y libertad mal entendida.

A ver si consigo el máximo beneficio de la relación con el mínimo esfuerzo. 

Si no es una relación de amor, es una lucha.

Si es una lucha, no es una relación de amor.

Además de estas tres coincidencias que sucedieron la misma semana, la idea de esta pregunta se la he escuchado varias veces, también con distintas declinaciones, a dos personas muy sabias y con mucha experiencia en acompañar matrimonios:

MERCEDES HONRUBIA

Suele aconsejar a las parejas que acompaña que se pregunten, el uno al otro:

«¿Qué necesitas de mí?»

Y añade al combo fomentar el agradecimiento por lo que percibimos que el otro hace por nosotros.

TOMÁS MELENDO

Le pregunté en una entrevista por la receta para un amor que dure feliz para siempre.

Respuesta: «Levantarse cada mañana con la ilusión de terminar el día más enamorado del cónyuge. Y pensar en algo concreto que puedo hacer para mejorar ese amor».


Creo que esta pregunta («¿Qué necesitas?») en cualquiera de sus formas es necesaria.

No es una costumbre o un tick, es una disposición de querer cada día más.

Es una manera de no parar de conocerse: dónde están tus preocupaciones, tus ilusiones, tu corazón en estos momentos.

La respuesta puede ser algo tan práctico y cotidiano como «Necesito que pases a por fruta cuando vuelvas del trabajo» o algo más grande «Necesito media hora para salir a correr / leer en silencio / terminar este proyecto» o aún más grande «Necesito que cenemos con calma hoy y hablemos sin mirar el móvil».

¿Os animáis a incorporar (o a aumentar la frecuencia) de esta pregunta en vuestra relación? Ya me contaréis luego qué tal os va.


Foto de Hunter So en Unsplash


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