De un post en Instagram sobre las cosas que no me gustan de debatir en internet / en redes sociales surgió la idea de hacer otro sobre cómo participar en debates complicados sin perder la paz (ni interior ni exterior).
Lo que os cuento en este artículo tiene como base una conferencia que di en Burgos hace unos años que, a su vez, es una síntesis de todo lo que descubrí durante mis años de colaboración más intensa con Arguments (donde aprendimos mucho de la experiencia de Catholic Voices; las ideas que tengan un asterisco* al lado son las que he aprendido más directamente de ellos, algunas están explicadas con detalle en este artículo).
En esta entrada van las ideas generales que sirven para debatir en cualquier situación. En otro artículo os cuento las ideas más específicas para debatir en las redes sociales e internet (pero si te interesa ese especialmente te animo a que leas este en primer lugar, ya que así tendrás toda la información completa y no solo los aspectos más técnicos o concretos).
- Aviso: para que no sean solo ideas abstractas, iré poniendo ejemplos, marcados en cursiva y otro color. Por unificar temática, los ejemplos serán de un hipotético debate en torno a la cuestión sobre si la fidelidad es importante en la pareja o no (no pretende ser un post sobre este tema, que ya vendrá en algún momento, es solo por tener algo que sirva para concretar la teoría).
Empiezo por los cimientos: comunicar no es simplemente hablar, ni es principalmente convencer. Quiero hacer oír mi voz y quiero hacer llegar mi mensaje, eso sí. Quiero (idealmente) que la otra persona lo entienda, que pueda hacerse cargo de lo que digo aunque no llegue a compartirlo. “No podría vivir así pero entiendo que es coherente con tus ideas”.
- EJEMPLO: Que la persona con la que conversas pueda llegar a decir algo como: «Entiendo que si crees en el amor para siempre, veas que hay que hacer todo lo posible por promover la fidelidad y el matrimonio para siempre».
Si eso sucede, estamos comunicando bien.
Si, además, la otra persona nos responde (dándonos la razón o llevándonos la contraria) de una manera igualmente con la intención real de comunicar y no simplemente de soltar su rollo, entonces puede darse un diálogo maravilloso. De esos que aportan y hacen avanzar el mundo y la civilización.
«La tolerancia es una cosa muy seria que se construye entre todos y necesita la firmeza y la confianza de cada uno en lo suyo. El diálogo es algo que surge, como su propio nombre indica, entre dos. El legítimo pluralismo exige una lógica pluralidad»
«Una defensa del nicho», de Enrique García-Máiquez.
Y, con la lógica pluralidad, como señala el propio García-Máiquez con mucho acierto en ese mismo artículo, la paradoja de que el relativismo, en el fondo, es intolerante. Si todas las opiniones valen lo mismo, ¿para qué el diálogo? ¿Para que conversar si no hay una verdad que descubrir? Y, si todas las opiniones valen lo mismo, ¿por qué las cancelaciones, las censuras y los insultos que vemos cada vez más en el debate público?
1. LO QUE CUENTAS
1.Tenemos que conocer bien de lo que queremos hablar.
No hablar “de oídas”, porque he visto un titular de pasada que me ha indignado, porque le he leído a no sé quién un tuit o un estado de whatsapp con tintes incendiarios… Hay que profundizar. A mí me ayuda tener en el radar a un par de medios que me resultan de confianza, a los que sigo en redes, estoy suscrita a sus newsletters y me meto en sus webs cada vez que quiero saber más de un tema. Controlar mucho sobre un tema es de lo que nos aportará más paz en el momento de hablar sobre ello, es como cuando vas a un examen: más nervioso cuanto más difícil el temario y menos has estudiado.
2. No podemos saber mucho de todo, así que yo recomiendo dedicar un momento a pensar cuál es el tema o temas en los que te quieres “especializar”. «Quiero ser un experto en temas de amor y sexualidad / en temas de voluntariado y desarrollo / en asuntos de economía y política / en temas de salud pública…». Elige tus temas y hazte un plan de formación a través de libros, artículos, pódcast, películas, documentales, sesiones, personas que sepan del tema…
3. Pensar y argumentar alrededor de tres puntos clave*. Tienes que tener claro tu argumentario pero no puedes abarcarlo todo en una sola conversación. Elegir bien cuáles son tus tres principales (o los que sean) y no dejar que te despisten de ellos (a veces pasa que una de las partes del debate empieza a poner encima de la mesa puntos conflictivos que tal vez tienen que ver con el tema principal —o no— pero que os aleja de lo que estabais contando y solo lleva a la dispersión y al agobio).
- EJEMPLO: 1. El amor para siempre es posible. 2. Una relación de compromiso y fidelidad es lo que mejor responde a la dignidad de la persona. 3. Conseguir esto no sale solo, pero podemos formarnos y construir para alcanzarlo. (He puesto estos 3 puntos pero podrían ser otros 3).
4. Humildad. No pasa nada por reconocer con sinceridad “No lo sé”, cuando no sepas algo, antes que tirarse de la moto o dar una respuesta incorrecta o de la que no estás 100% seguro. Puedes contestar algo como: «Me alegro de que me hagas esa pregunta, me va a ayudar a pensar este tema».
- Escuché una anécdota de Joseph Ratzinger en su visita a mi universidad: le preguntaron sobre cierto tema que en aquellos momentos debía de estar en el punto de mira del debate público y Ratzinger dijo: «Aún no he pensado suficiente en este tema». A mí que una persona de su talla humana e intelectual, con su autoridad, reconociera con esa sencillez que necesitaba pensar más… me marcó para siempre.
5. No tener miedo a rectificar. Muchos de los temas sobre los que acabamos debatiendo son convicciones fuertes y arraigadas en nosotros, vitales, sobre las que ya hemos pensado mucho. Pero que estemos muy seguros de ellas no implica que todos nuestros argumentos sean buenos. Hay que estar abierto a las críticas, tomar lo que puedo aprender de lo que el otro me dice, rectificar si me señalan un error en un dato, en una anécdota, en un hecho que cuento (en este mundo lleno de fake news, es bastante fácil que nos hayan colado bulos alguna vez…).
- EJEMPLO: Tal vez no vaya a cambiar nunca mi convicción de que la fidelidad es una nota esencial del amor, pero sí puedo descubrir que los datos históricos que tenía sobre la monogamia en Occidente eran incompletos, o que tal testimonio de una pareja que he puesto como ejemplo… ya es un contraejemplo porque rompieron su compromiso…
2. EL “CÓMO” IMPORTA
1. Sonrisa y serenidad. A veces recordamos más cómo nos ha hecho sentir* alguien que lo que nos ha contado. Si de una conferencia salimos alegres, motivados, aunque solo tengamos una idea clara… esa charla ha sido exitosa. Si el ponente ha sido ofensivo, atacante… también lo notamos y nuestra predisposición a lo que estamos escuchando cambia. En el tú a tú es lo mismo. El lenguaje no verbal también aporta. Algunas personas somos demasiado apasionadas y nos acaloramos con temas que nos encantan, incluso aunque la otra persona piense lo mismo que nosotros.
2. No atacar, por supuesto. No faltar al respeto. Ir al diálogo intentando dejar de lado los prejuicios. No dar por supuesto cosas de la vida de la otra persona. Y tampoco ir a la defensiva, interpretando un papel de víctima, o presuponiendo que el otro piensa que tú piensas que x y z.
3. ¿Y si nos atacan? Como suele decirse, ser bueno no es ser tonto. Ante un ataque personal, una falta de respeto, un comentario hiriente… mi consejo es pausar el debate. No es que quieras “huir”, es que el diálogo ha dejado de existir en sí mismo desde el momento en que alguien cruza esa línea contra la dignidad del otro. Si la otra persona rectifica y está dispuesta a continuar la conversación de manera calmada, adelante. Si no, ciao adiós.
3. PENSAR EN LA PERSONA QUE TIENES ENFRENTE
1. Antes de empezar a exponer tus ideas intentar comprender por qué esa persona piensa lo que piensa. ¿Cómo ha llegado esta persona a unas conclusiones tan distintas de las mías sobre el mismo tema? Si no lo sabes, o lo intuyes muy levemente, pregunta. Y esto no por estrategia sino por querer realmente entender para poder avanzar de verdad en la conversación. Si sabes de qué background parte la otra persona, cómo ha sido su camino intelectual hasta llegar a esa convicción, también podrás aportar al diálogo las ideas que más sumen y adaptar la argumentación para que vaya en la línea de las inquietudes de la otra persona. Digo adaptar la argumentación, la exposición, no el contenido, porque el contenido es el que es.
- EJEMPLO: con algunos podrás argumentar la importancia de la fidelidad empezando por la premisa «El amor comprometido para siempre es el más adecuado para la dignidad de la persona». Pero a lo mejor con otro compañero de conversación hay que empezar por «Por qué creo que es posible el amor para siempre» o incluso «Por qué creo que sí existe el amor».
2. Buscar el “mínimo común de la conversación”. Encontrar cuál es el punto que tenemos en común en el tema que estamos tratando. Tal vez estamos enzarzados en cómo solucionar un determinado problema pero nos une que ambos estamos preocupados por ese problema y queremos buscarle una solución. Desde ese “mínimo común de la conversación” podemos ir construyendo. Es más fácil hacerlo desde lo que tenemos en común y es más fácil así entender por qué cada uno defiende un modo de proceder distinto.
- EJEMPLO: Estamos de acuerdo en que el amor para siempre es posible, pero no coincidimos en los medios que nos llevan a hacer que eso sea así. Uno ve necesario el compromiso expresado públicamente y de manera formal, el otro cree que no es clave. Antes de enzarzarnos en eso que nos diferencia, podemos profundizar en lo que coincidimos y con eso como base luego ir argumentando cada cual sus posiciones.
3. Buscar la intención positiva detrás de la crítica*. Querer entender sus objeciones. Generalmente el otro no dice lo que dice para fastidiarte, o porque no le importan las personas, o porque tiene un plan malévolo para dominar el mundo o un pacto con el diablo (generalmente).
- EJEMPLO: la mayor parte de la gente no está “en contra de la fidelidad” pero si la atacan en la teoría a veces puede ser porque la entienden como algo opresivo y ellos prefieren pensar en el amor como algo libre y que la gente sea feliz. Ahí le puedes dar la razón y explicar tu visión del asunto, que también es la de la libertad y la felicidad (aunque tal vez entendamos libertad y felicidad de maneras distintas).
4. Con quienes debatimos no son nuestros enemigos. Ni siquiera cuando ellos nos ven así. No tratarlos así. No pensar que tenemos que ir a “ganar” o a quedar de más listos con nuestra retórica resplandeciente y nuestros argumentos súper currados.
4. NO SOLO LUCHAR CONTRA LA TORMENTA SINO APRENDER A BAILAR BAJO LA LLUVIA*
1. Hay que aprender a transformar situaciones posiblemente conflictivas en situaciones ideales de poder contar lo que tú quieres contar*.
- EJEMPLO: No quería mencionarlo, que ya el tema se ha manoseado demasiado, pero si eres un defensor del amor para siempre y la fidelidad… ¿has aprovechado la polémica con la nueva canción de Shakira para hablar con tus amigos, en redes, tu familia, en el trabajo… sobre la importancia del compromiso en la pareja, por ejemplo?
2. Pero no hablar de tu tema solo cuando está en el candelero de la opinión pública por alguna polémica. Si es tu tema, en el que te has especializado, que te apasiona y que lo consideras importante, lo normal sería que de vez en cuando pudieras entablar una conversación sobre él con alguien. Y no solo como respuesta a una pregunta o una objeción sino teniendo tú mismo la iniciativa. Porque si no, parece que a veces solo hablamos de lo que realmente nos interesa y preocupa cuando es atacado.
- EJEMPLO: esto surge más fácilmente si poco a poco no dejas de formarte y te vas llenando de contenido bueno que te ayuda a profundizar en los temas que te inquietan más. Es muy fácil así en medio de una conversación comentar el último libro que te has leído, o un post de #makelovehappen que te ha dado ideas ;), o la letra de una canción que resume muy bien algo que llevabas mucho tiempo pensando… Y, por supuesto, el ejemplo de que lo que defiendes en teoría es real y es posible: las bodas de oro de tus abuelos, la conversación que has mantenido con la vecina de 90 años que te ha contado con una ilusión enorme cómo conoció a su marido, un matrimonio amigo que ha superado una crisis tras acudir a orientación familiar…
3. Una buena manera de abordar temas complejos es el método socrático de toda la vida: ir preguntando, haciendo que la otra persona reflexione sobre sus ideas, descubra los puntos flacos en la argumentación, etc. Esto no es unidireccional, por supuesto: los mejores diálogos son en los que las preguntas van y vienen en ambas direcciones y van ampliando conocimientos, derribando prejuicios, llenando la mente de luz. Se ve muy bien en los Diálogos de Platón, donde recoge esas supuestas conversaciones de Sócrates con diferentes personajes sobre una multitud de temas.
- Aviso: no es método socrático cuando la gente te hace preguntas solo porque ya te conoce y considera que tus opiniones son algo así como un “mono de feria”, una especie animal exótica o un “circo de las rarezas” y quiere divertirse un rato a tu costa. Con gente con esta actitud no es posible el diálogo.
5. MOSTRAR LA TEORÍA CON HISTORIAS
1. La directora académica de Canavox dice que: «Los estudios apelan al intelecto y nos forman, y las historias apelan al corazón y nos inspiran». Necesitamos ambos: teoría y testimonios.
- EJEMPLO: Ver lo que os cuento en el 4.2.
2. Lo bueno de una historia (y más si es un testimonio personal) es que no se puede rebatir*. Aunque a la hora de compartir una historia propia, creo que no hay que olvidar la prudencia para decidir qué partes de ti expones, sobre todo en esos temas que, como decía antes, suelen tocar asuntos nucleares de la persona.
- EJEMPLO: Tal vez no es lo más prudente compartir con cualquiera hechos de tu pasado (o del de tu familia) de los que no estás especialmente orgulloso… que te han llevado a concluir que el amor para siempre es lo más deseable.
3. Los estudios no son todo. A veces los datos y las estadísticas pueden ser muy fríos. Hay que saberlos y darlos, pero no sin más. Aportar contexto, mostrar una historia que apoya ese porcentaje.
¿Qué te parecen estas ideas? ¿Te resultan útiles? Prueba a aplicarlas en el siguiente debate / conversación en el que participes y me cuentas qué tal ha ido.
Puedes ampliar la información de este artículo con el siguiente post: «Curso rápido de debate sano (II): en internet y en redes sociales»