Si has llegado aquí sin haber leído el artículo anterior te invito a que le eches un vistacillo para llevarte una visión más completa de este tema. En «Curso rápido de debate sano (I)» expliqué 5 puntos que me ayudan a defender mis ideas en cualquier situación (conversación con amigos y familiares, entrevista en la televisión, debate en redes, conversación de ascensor…).
Los enumero aquí:
- Lo que quieres defender: especializarte en un par de temas y profundizar en ellos.
- El “cómo” lo cuentas tiene impacto.
- Pensar siempre en la persona que tienes enfrente.
- No solo luchar contra la tormenta, sino aprender a bailar bajo la lluvia.
- Mostrar la teoría también con historias.
En este artículo me voy a centrar en los aspectos más específicos del debate en medios digitales (redes sociales, comentarios de un periódico digital o de un foro, etc.).
1. Decidir en qué debates entrar y hasta dónde meterse.
La elección de en qué debates aportar estará muy influenciada con las cuestiones que más preocupen a cada cual y en las que se haya formado más. También hay que discernir el medio y la audiencia que tiene ese medio: ¿vale la pena? ¿Se va a escuchar tu voz o solo va a servir de tiro al blanco? Es una cuestión prudencial. Y ¿hasta dónde te involucras en el debate? Hay veces que será solo un comentario, y eso es mejor que nada, aunque ahí no se está dando diálogo si no hay escucha ni réplica. Si optas por involucrarte en modo conversación, mi red flag por la que no paso es cuando faltan al respeto. Ahí cierro el chiringuito. Por otra parte, para decidir cuáles acometer y cuáles no, me viene bien pensar en la teoría de la “espiral del silencio” de Elisabeth Noelle-Neumann:
«Aquellos que al observar su entorno social tienen la impresión de que sus opiniones v valores están adquiriendo más peso y consiguen cada vez más partidarios —maravillosa experiencia—, se sienten fuertes. No tienen miedo al aislamiento, así que expresan sus opiniones en público, donde cualquiera puede escucharles […]. Los que, por el contrario, piensan que sus opiniones pierden terreno, se hacen más cautelosos y se quedan callados, especialmente en situaciones difíciles en las que no están familiarizados con lo que piensan los demás […]. Y el hecho de que un grupo exprese sus opiniones con seguridad y el otro permanezca en silencio, influye sobre la forma en que esta situación se presenta al público. El primero de los grupos aparenta tener más partidarios de los que realmente tiene, mientras que el otro da la sensación de tener menos de los que en verdad le corresponden. Esto, a su vez, induce a la gente a adherirse a la opinión que parece más sólida, mientras que los del otro bando se desaniman e incluso llegan a cambiar de opinión. Hasta que en un proceso con forma de espiral, uno de los bandos llega a dominar completamente la opinión pública, mientras que en el otro, solo una minoría aislada deja oír su voz. Suponiendo que llegue a oírse»
Elisabeth Noelle-Neumann
Me pasa que, si me encuentro con un artículo/post que defiende algo contrario a mis ideas y en los comentarios solo veo aplausos y refuerzo de la espiral… me siento demasiado inclinada a meterme, aunque vaya a haber barro hasta las pestañas (ya saldremos).
También es una cuestión de tiempo: involucrarte en un hilo de comentarios a raíz de un tema complejo puede suponer uno o dos días de estar más pendiente del móvil de lo que te gustaría (y aunque intentes limitarlo, el runrún de esas objeciones esperando tu respuesta te acompaña en tu jornada… al menos a mí me pasa…). Por eso también es importante tener las prioridades claras y saber hasta dónde me voy a meter y hasta dónde voy a dejar que me afecte o no (porque, si llegan las faltas de respeto, eso te puede afectar, obviamente; y, aunque no haya faltas de respeto, a mí personalmente me pone nerviosa leer argumentaciones pobres, falaces, lugares comunes, frases manoseadas… no sé si por deformación profesional-filosófica…).
A veces, si no me da la vida para elaborar un buen argumento en torno a una idea, me limito a mostrar mi apoyo a comentarios que ya existen y que me parece que aportan a la conversación. Mostrar apoyo a ideas que compartes también ayuda a romper la espiral del silencio.
2. Tuits con sonrisa.
Si en el anterior post os hablaba de la importancia del cómo se dicen las cosas, para el mundo digital es lo mismo. Uno puede preguntarse: ¿estoy contestando este tuit o este comentario con una sonrisa? No vale simplemente que sea respetuoso sobre la pantalla si por dentro le estoy maldiciendo.
3. Abrir ventanas.
¿Tengo algún vídeo que aporte información o un testimonio? Tampoco se trata de lanzar un «Pues léete este informe de 150 páginas y luego hablamos» (aunque no te digo que no haya que hacerlo a veces ante ciertas ignorancias), pero si se está dando un diálogo fructífero y honesto, algunas píldoras de información adicional o un vídeo-testimonio pueden ser útiles. También así se ve que no eres tú forever alone defendiendo determinada postura. Asimismo puede servir redirigir a otra persona que sabe más que tú sobre ese tema en concreto y que tiene presencia en redes: «Yo sobre ese tema en concreto, pero Eulogia García habla de eso en su cuenta…».
4. Siempre es vital escuchar con atención…
… pero en el caso de los debates por redes lo quiero destacar porque la dinámica de las propias plataformas nos lleva a acelerarnos más, y podemos acabar malinterpretando por leer rápidoo o mandando un tuit en un momento de calentón del que luego nos arrepentiremos… Y las prisas y los impulsos no son buenos ingredientes para una buena comunicación.
5. Mirar sin filtros.
Hagamos el esfuerzo extra en quitarnos prejuicios y en no presuponer nada sobre la otra persona. Si resulta a veces difícil hacerse cargo de desde qué situación vital nos habla una persona a la que conocemos, mucho más en el caso de las redes, que en ocasiones ni se le distingue en su foto de perfil y no sabes absolutamente nada de su vida. Por eso es casi aún más importante no dar por supuesto nada, no etiquetar, ir con la mente y el corazón abiertos hacia las personas, aunque no nos gusten sus ideas.
6. Coherencia: las redes sociales también son la vida real.
Y la coherencia no es perfección. Esto sirve para cualquier situación, digital o no digital, pero lo pongo en este apartado porque al final las redes son un escaparate donde la gente te mira y saca sus conclusiones, lo queramos o no. Y te juzga más duramente, porque la mayor parte de esa gente no te conoce y no te quiere como te quiere un amigo o un familiar.
7. Gestionar haters, trolls y gente que falta al respeto.
A la primera falta de respeto yo dejo la conversación; en general suelo avisar de que paro de debatir y explicar con asertividad mis motivos y al mismo tiempo mantener la puerta abierta para que, quien quiera seguir debatiendo por privado con calma me pueda escribir (casi nunca me ha sucedido esto de que luego alguien me escriba para seguir comentando la jugada, se ve que a veces no hay mucho interés por un diálogo de verdad).
Creo que en las redes también se pueden tener buenas conversaciones. Yo las he tenido. También creo que cada vez es más difícil, pero no me parece que estemos abocados al desastre. Está en nuestra mano cambiar la crispación por el diálogo.
También puede ayudar fijarse en personas que nos gustan sus ideas y cómo las exponen. Mi amiga Paula me ha pasado hace poco este ejemplo que me parece muy top de Leah Libresco debatiendo con el autor de un artículo sobre la eutanasia. Me encanta cómo, además, deja bien claro que el pluralismo no es relativismo: «Al menos uno de nosotros se equivoca, y espero que ambos acabemos teniendo razón sobre cómo vivir antes de morir».
Espero que las ideas de estos posts os hayan ayudado un poco.
Contadme si tenéis otros tips que os sirvan para navegar en estas lides.
Recomendación de película por si os sirve.
Hace un tiempo vi en Famiplay Una razón brillante: un polémico profesor universitario se ve obligado a preparar para un concurso de debate nacional a una joven del extrarradio parisino que sueña con ser abogada.
Además de por las dos grandes actuaciones de los protagonistas, me gustó porque es un repaso ameno y atrayente de los principios de la retórica al mismo tiempo que pone sobre la mesa reflexiones sobre la verdad. ¿Es importante convencer o encontrar la verdad? ¿Para qué sirven las palabras? ¿Para qué el diálogo?