No creo en el sexo sin amor. Sé que existe, claro. Pero no creo en ello. No creo que nos haga felices. No creo que sea lo mejor para nuestras vidas. Ni para la sociedad. Ni para nada.
El sexo ocasional no nos hace ningún bien. Como contaba en «Enamorar sin pantallas»:
«La oferta sexual es más amplia que la oferta de relaciones personales. Parece más fácil conseguir sexo que un compromiso con otra persona. Como si resultara más sencillo —y menos arriesgado— un rollo de una noche que tomar un café con vistas a la posibilidad de empezar una relación. En algunos ámbitos, preguntar el apellido significa que la relación se está volviendo seria, y muy pocos jóvenes lanzan esta cuestión en la primera cita, según cuenta el Wall Street Journal».
Parece de locos, ¿no?
Que sea muy frecuente ¿quiere decir que es como debería ser?, ¿que es lo mejor?, ¿que no hay otra manera? No, tampoco lo creo.
Y aquí van mis razones y reflexiones al respecto:
En su proyecto «Relationships in America», Mark Regnerus —con su equipo del Austin Institute for the Study of Family and Culture— realizó una encuesta nacional a 15.000 adultos, de entre 18 y 60 años, en la que preguntaba cuándo era la primera vez que habían tenido sexo en su actual o más reciente relación. La experiencia más común (afirmada por el 32% de los hombres de menos de 40 años) fue que habían tenido sexo con su pareja actual antes de que la relación empezara. Mucho antes de lo que la mayoría de las mujeres entrevistadas habrían preferido.
Creo que, aunque esto sea un estudio hecho en Estados Unidos, sucede lo mismo en cualquier sociedad —de occidente, al menos—. Como explica el Austin Institute en su vídeo “Economics of Sex”, usando un lenguaje económico, nos encontramos ante «un mercado de parejas dividido: hay más mujeres que hombres buscando casarse y más hombres que mujeres buscando prioritariamente sexo». Entonces como se da una «sobreoferta de sexo» por parte de las mujeres, el hombre consigue más fácilmente sexo a cambio de poco. Si la oferta aumenta, el precio baja. Si el sexo resulta fácil de encontrar y conseguir se devalúa.
EL PEAJE DEL SEXO
Ante estos hechos alguno podría alegar que las mujeres ya estamos lo suficientemente liberadas como para tomar las decisiones libremente y decidir tener sexo ocasional con quien decidamos. Pero ¿cuánto hay de presión detrás de esas decisiones? ¿Cuánto de modos de hacer sociales que hemos asumido como normales sin planteárnoslo?
Tal vez conozcáis amigas que han pasado por esto —o vosotros mismos—, lo que llamo “el peaje del sexo”. La primera vez que fui consciente de ello se trataba realmente del «peaje del rollo”: teníamos 14 años y, en una conversación con una amiga, ella me contó que se había liado con un chico la noche anterior. Yo, que empezaba a tener mis convicciones sobre el amor y la sexualidad, intentaba convencerla de que no era la mejor manera de empezar una relación, a lo que ella, no sin cierta pena, me repuso: «Lucía, es que si no te lías con los chicos, no salen contigo. Primero quieren un rollo, y luego ya se piensan si quieren algo más».
Era una enana, pero recuerdo que aquello me pareció horrible. Lo menos empoderador del mundo en el terreno de las relaciones. Ahora sigo sin ver en esas conductas nada de libertad ni de belleza, más bien, en muchas ocasiones, resignación, miedo a estar o quedarse sola, y un estúpido “entrar al juego de los tíos” que no quiero para mí, ni para mis amigas, ni para mis futuras hipotéticas hijas ni para nadie. Años después de aquella conversación con mi amiga, el peaje al que muchas chicas de esas edades se enfrentan —y más mayores— es algo más que un besuqueo.
ESTAMOS HECHOS PARA SER AMADOS, NO USADOS
El sentimiento de “me siento usada” va más allá de las estadísticas. Yo lo he visto. Incluso he visto el “sé que me usan, sí, pero yo les uso a ellos”, que no creo que sea la solución. Porque las personas estamos hechas para ser amadas, no usadas.
Esto es un anhelo que llevamos todos en lo hondo de nuestro ser —aunque algunos lo tengan enterrado—. Karol Wojtyla habla de la norma personalista: «La persona es un bien tal que solo el amor puede dictar la actitud apropiada y valedera respecto de ella». El amor, no el uso, no el placer, no el interés.
¿Y los tíos, cómo se sienten después de relaciones sexuales ocasionales? Porque parece como si hubiéramos asumido que los chicos no sentís nada. Pero no es así. Los chicos también pueden sentirse usados. A un médico experto en estos temas le escuché decir que lo que suelen afirmar chavales en estas situaciones es que se sienten vacíos.
Porque el placer, vale, está guay, pero es muy limitado. Como os contaba en este post:
«Del placer siempre quieres más y nunca te sacias, y a la vez tu deseo de placer siempre es mayor que tu capacidad de placer. Ejemplo: uno quisiera que el vigésimo bombón le supiera igual que el primero, pero no es así. Además, el placer no puede ser compartido: tú experimentarás tu placer, y la otra persona su placer, pero no es algo que compartáis».
EL CUERPO TIENE UN LENGUAJE
Lo expliqué en «Sexo de verdad» y @cuentaseloalucia lo explicaba genial hace poco en este post de su Instagram, sobre el lenguaje del cuerpo.
Y como parte del lenguaje del cuerpo, no os olvidéis de la oxitocina y su potencial adictivo: no solo somos biología, pero también somos biología y conviene escuchar al cuerpo. La oxitocina, que se segrega en momentos como una relación sexual, es una hormona que acelera el proceso de apego y confianza. Además, según las investigaciones, de media los niveles de oxitocina son más fuertes y activos en las mujeres que en los hombres. Eso puede explicar —al menos en parte— por qué nosotras claro que queremos también sexo, pero en un contexto de compromiso, que es lo que nos asegura esa confianza y ese vínculo que vamos a experimentar —psicológica y físicamente— cuando nos involucramos en una relación.
¿CÓMO PARAMOS LA RUEDA?
Que hombres y mujeres vivimos la sexualidad de manera distinta —ni mejor ni peor, complementaria— nos puede ayudar a entender la situación actual en un mercado de relaciones sexuales tan abierto y también llevar a pensar posibles alternativas.
En el vídeo que os comentaba antes, una de las ideas que defienden es que debido a que más hombres que mujeres buscan y tienen sexo informal (permitiendo que las mujeres sean exigentes en este ámbito) y el número de mujeres supera al número de hombres en el «mercado de matrimonio» (lo que permite a los hombres ser exigentes), unos y otros fijan sus estándares para dar acceso al otro sexo a eso que «custodian». Así, quien va en el asiento del piloto en el tema del sexo serían las mujeres, y los hombres en el campo del matrimonio.
Puede sonar anticuado y la primera vez que vi el vídeo no me convenció… pero pensándolo un poco y observando casos conocidos, tiene su lógica: las mujeres exigimos menos por el sexo, estamos más dispuestas a tener sexo sin compromiso —incluso sin amor—: así aumentamos la oferta, por lo que baja su precio… Pasamos por el peaje del sexo pensando que de esa manera conseguimos llegar a que el hombre se comprometa… pero la realidad demuestra que esto no sucede así.
Para salir de esta rueda, la autora del artículo «Economía del sexo» propone que las mujeres nos pongamos de acuerdo en elevar el precio del sexo:
«Un movimiento al estilo Lisístrata, el personaje de una comedia de Aristófanes, quien terminó con la guerra convenciendo a todas las mujeres de su pueblo que negaran el sexo a todos sus hombres hasta que no se acordara la paz y lo logró».
En medio de un ambiente de sexo fácil y barato, puede resultar muy difícil ser la única no dispuesta a pagar el peaje del sexo. Necesitas una autoestima muy fuerte, unas convicciones firmes, y aun así, eso no quita que no cueste, que no sea doloroso ver cómo el resto de chicas consiguen relaciones por exigir menos, por pasar por el aro. Es verdad que a una chica que busca un compromiso para siempre no le sirve un tío que va de flor en flor. Pero el miedo a la soledad está ahí —tal vez no en plena juventud, pero sí según van pasando los años…—. Por eso creo que un movimiento de apoyo entre nosotras sería genial, un ejemplo claro de sororidad. Si en una clase de instituto, todas las adolescentes deciden que no van a besar a los adolescentes hormonados hasta que no les pidan salir… veríamos si esas chicas consiguen novios o no sin rebajar sus estándares. Y esto se puede extrapolar a tantos otros ambientes y momentos vitales.
Por otra parte, y antes de que nadie me acuse de cargar sobre la mujer toda la responsabilidad de este tema, aquí va mi segunda idea que, si ponemos en práctica, estoy segura de que va a ser revolucionaria: los hombres deben convencerse de que es varonil decir que no.
Porque sigue habiendo una cultura en la que si eres chico y te has llevado a la cama a varias eres un “conquistador” y un “campeón”, pero si eres chica y te has ligado a varios eres una “zorra”. Y parece que la sociedad ha dicho: «Vamos a igualarlo, las chicas pueden liarse con muchos y ser unas conquistadoras también».
Hay una falsa idea de que para liberarnos y conseguir la igualdad las mujeres tenemos que ser capaces de tener sexo “como los hombres” (queriendo decir con esto sexo sin compromiso, sin “reprimirse”, sin “miedos”, sin remordimientos…). Pero:
- Mujeres y hombres vivimos la sexualidad de manera diferente, lo cual no quiere decir que los hombres sean unos “animalitos” que no pueden controlar sus impulsos e integrarlos en un amor comprometido. Me niego a entrar en esta mentalidad que os desprecia así, chicos.
- Creo que la correcta manera de “igualar” no es tirando por abajo, sino por arriba: tanto hombres como mujeres tenemos libertad y podemos decir «no» y poner límites. Siendo conscientes de que hombres y mujeres reaccionamos de maneras distintas ante los mismos estímulos, pero eso no nos quita la libertad. Que los tíos sean más capaces de tener un sexo sin amor y sin compromiso no quiere decir que sean el modelo a imitar. Poner esto como la panacea me parece de todo menos feminista, eso para empezar. Que el sexo nos afecte, nos implique, nos mueva por dentro, no quiere decir que seamos débiles o inferiores, quiere decir que somos humanos y por eso vulnerables.
No creo en el sexo sin amor. No creo que nos haga felices. No creo que sea lo mejor para nuestras vidas. Ni para la sociedad. Ni para nada. Creo en unas mujeres libres que no tienen que pagar ningún peaje. Creo en unos hombres libres que no se pliegan a una imagen distorsionada de su masculinidad. Ellos y ellas, libres para vivir un amor del bueno.
En este post me he centrado en hablar sobre el sexo sin amor, pero si alguien está interesado sobre el tema del sexo sin compromiso, puede leer la entrada «Sexo de verdad».
Foto de Becca Tapert en Unsplash
#MakeLoveHappen 
Hola Lucía. Acabo de leer tu blog. Y solo puedo decir que me encanta que hayas tocado este tema del peaje del sexo, me he sentido muy identificada pues no solo lo veo en mis amigas sino que lo he vivido personalmente aunque afortunadamente nunca llegué a pagar nada, pero sí he sentido la presión de que tengo que darle al chico sexo para que haya algo con posibilidad de que dure o que si no tienes sexo aunque sea de modo casual no disfrutas de la vida. Desde comentarios de que mas de 3 meses no puedo hacer esperar a un chico para el sexo, que los hombres se enamoran mas cuando se acuestan con una chica hasta el comentario de » si no me acuesto con esa persona siento que no voy a poder mantener una promesa». Por desgracia está muy normalizado, o ese es mi parecer.
Yo empecé a ser consciente de todo esto cuando alguien me dijo que tenía demasiados requisitos para «pasarlo bien» y se marchó. Esto me llevó a reflexionar hasta que punto se le da importancia al placer del momento y lo poco que se le da a conocer realmente a una persona, si quiere lo mismo que tu en el futuro, que detalles le caracterizan o si se puede ser uno mismo, etc…
Afortunadamente, creo que tomé una de las mejores decisiones para mi persona y como mujer en este aspecto de mi vida cuando decidí que no dejaría que nadie me probase ni tener que pagar con sexo.
Quería darte las gracias porque tus artículos me parecen geniales, aunque no siempre coincida en todo, como mínimo, me hacen pensar. En lo personal me ha ayudado a orientarme en estos temas, que los tenía en mente, pero no sabía explicarlos o estaban confusos pero que no coincidían con la idea que hoy se vende de «libertad sexual sin responsabilidades = empoderamiento». Tus artículos de alguna manera me han ayudado a comprender y decidir lo que quiero en el amor.
Un cordial saludo desde Granada 👋☺
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¡Hola, Laura! ¡Muchísimas gracias por tu comentario y compartir esto conmigo! Sí, como dices, es algo que está muy extendido hoy en día, tristemente. Frases como esa que señalas de «que más de 3 meses no puedo hacer esperar a un chico para el sexo» reflejan ya lo que hay detrás de esta actitud y esta manera de vivir la sexualidad.
Enhorabuena por tu decisión. Yo también creo que tomaste la mejor 😉
He visto en muchos casos el dolor que conlleva lo otro. Y no lo quiero para mí, ni para mis amigas ni para nadie.
Me alegro mucho de que los artículos del blog te ayuden y te sirvan. Aunque, como dices, no siempre coincidamos en todo. Al final, es lo que explico en uno de los textos de presentación del blog: parte del objetivo de este blog es ir «aprendiendo por el camino». Y eso lo conseguimos leyendo, pensando, viviendo, hablando con unos y con otros… ¡para no parar de aprender sobre estos temas tan apasionantes!
Un saludo grande hasta Granada 😀
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Yo creo que estás planteando 2 opciones opuestas. Sexo sin amor o sexo en el matrimonio. Y entre medias está el sexo con amor de una pareja que tiene un compromiso muy estable, de entrega mutua y que se aman tanto como una que se acaba de casar. Conozco varias parejas que comenzaron muy jóvenes (15,16 años) y por circunstancias de la vida no se han podido casar hasta 7, 8 años después. Y pasaron años (hasta que estuvieron seguros de que se amaban y querían entregarse) para que decidieran tener relaciones sexuales. Tenían un compromiso de futuro (casarse cuando terminaran sus respectivas parejas) y se amaban profundamente. Es eso sexo sin amor? No. Los extremos no reflejan la realidad de la sociedad.
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Añado además que las 2 parejas en concreto que tengo en la cabeza llevan una 14 años casados y tienen 3 hijos en común, y son felicisimos, y la otra 5 años casados y están esperando el segundo bebé. Ambas te dicen que tener relaciones antes del matrimonio (cuando tuvieron claro que querían hacerlo y que amaban a la otra persona y querían estar con ella para siempre) es lo mejor que han hecho, pues les permitió terminar de conocerse del todo y entregarse con amor a la otra persona.
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¡Me alegro mucho de la felicidad de tus amigos! El matrimonio es una aventura preciosa.
Como te decía en el otro comentario, son dos casos diferentes, sexo sin amor y sexo sin compromiso.
De todas maneras, hay algo que sí me gustaría matizar de esto que me cuentas: como digo en el post de «Sexo de verdad» https://makelovehappen.blog/2017/12/16/sexo-de-verdad-o-por-que-esperar-al-matrimonio/ tener relaciones sexuales no es necesario en el noviazgo para conocerse ni para quererse más.
Cada cual que haga lo que quiera, claro, pero el motivo no puede ser «es necesario para conocerse y entregarse», porque la experiencia de muchísimas personas que han esperado al matrimonio nos dice que no es necesario: se puede conocer muy bien al otro sin necesidad del sexo. Necesario, necesario, no es.
Luego está otro tema, que comento en ese post también, que tiene que ver con cómo se entiende el noviazgo y el matrimonio. Si uno piensa que son dos realidades esencialmente diferentes y que la entrega total de la vida es el matrimonio, entiende que el ámbito propio de la entrega corporal total es el ámbito donde ya se ha entregado totalmente la vida. De ahí la importancia de esperar.
Por otra parte, no conozco gente que se haya arrepentido de haber esperado. Y sí conozco gente que se ha arrepentido de no haberlo hecho.
Alguien puede pensar que «no esperar» ha sido su mejor decisión pero… no pueden saber cómo habría sido si sí hubiesen esperado. Uy, me ha quedado como un trabalenguas, pero espero que se entienda 😀
¡Gracias por comentar!
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¡Hola, Cristina!
¡Muchas gracias por tu comentario!
Tal cual lo que dices: en este tema hay dos patas: sexo sin amor o sexo sin compromiso.
Como son dos casos tan diferentes, aunque tengan algunos aspectos similares, obviamente, por eso decidí hacer dos posts.
El de sexo sin compromiso ya lo traté hace tiempo en este post: https://makelovehappen.blog/2017/12/16/sexo-de-verdad-o-por-que-esperar-al-matrimonio/
Y tenía pendiente desde entonces el de sexo sin amor. 😉
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Me gusto mucho el articulo!! Vengo dándole vuelta a este tema hace algunos años. Realmente el sentirse un objeto usado me parece lo más devastador a lo que pueden llegar tanto hombres como mujeres. Espero llegar a ver algún día como llegamos a integrar estas dos cosas. Saludos!!
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¡Es posible! ¡Gracias!
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Buenas noches.
No tengo relaciones sexuales más o menos desde hace 8 años. Cuando el tema sale en algunas conversaciones, mucha gente dice que es mentira, no lo cree. Mis amigos más cercanos saben que así es y siempre está la pregunta por una necesidad corporal.
Creo que a tal necesidad corporal he logrado integrar una necesidad de algo más profundo, de algo que tenga sentido más allá del placer.
Lo que siento es que no puedo estar simplemente de manera ocasional con alguien. Que necesito una profunda conexión para realmente estar bien con una persona a la que ame, y con la que tenga una relación de verdad. Muchas veces he pensado que si cuando no se hace el amor, lo único que se hace es masturbarse con un pene o una vagina. Tan solo masturbarse con el cuerpo de alguien más.
Sabes que muchas veces he dudado y he creído que simplemente he idealizado mucho el amor y la relación de pareja. Y me miedo ser ingenuo. Pero igualmente, creo que si llegara a estar con alguien solo por placer sexual, después sentiría asco de mí mismo, creo que viviría una autotraición.
Hace poco escribí un ensayo en el cual partí de un mito griego. Es sobre la posibilidad de reconstruir, recrear, reparar, después de una catástrofe. Hablo sobre la posibilidad de reconstruir y la necesidad de la pareja para volver a crear y volver a creer, para no caer en el desespero.
Muchas veces me he sentido como un niño que sigue creyendo en el amor, y como dije antes, me aterra ser el ingenuo en este mundo. También me he sentido como el rezago de otra época, como alguien que no logró evolucionar para adaptarse a lo que ahora es y por lo mismo, no encuentra su lugar, ni su pareja para construir y construirse, para volver a confiar en la vida, en el futuro, incluso en dar a luz nuevas vidas.
Me gustó encontrar este artículo y este espacio.
Muchas gracias.
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¡Hola! Perdona la tardanza en contestarte. Muchas gracias por tu comentario y por compartir este testimonio tan impresionante. Me encanta lo que dices de integrar… Y es muy fuerte que en general muchas personas no crean que algo así es posible. ¿En qué momento creyéndonos tan libres no somos capaces de admitir que también somos libres para controlar nuestros impulsos?
Gracias de verdad por todo lo que dices. Entiendo perfectamente esa sensación de sentirse fuera de ciertas corrientes pero, a la vez, que mayoría ser capaz de ser fiel a uno mismo.
El ensayo que comentas suena muy interesante. ¿De qué mito griego partes? Me encantaría leerlo. Un abrazo
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Excelente publicación. Casi nadie toca este tema que es tan profundo.
Vivimos en una época donde el ser humano tiene miedo a conectar con el otro porque puede llegar a sufrir. Por eso, todo tiene que ser superficial y vacío. Lo que desconocen, es que todos tenemos la necesidad de amar y ser amados, y si hay gente que dice que no, es probable que tengan apego evitativo por una crianza distante y fría o por malas experienias de pareja anteriores. O quizá, también, por egoísmo o narcisismo.
Hay que volver a la cultura de la ternura, a preocuparnos por el otro, y a apostar por sexo con amor.
En este mundo samsárico nada ni nadie nos va a traer dicha completa, pero al menos, podemos suavizar la vida y conocer más profundamente a la otra persona con quien intercambiamos una energía tan profunda como puede ser la sexual.
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Hola, Patty. Muchísimas gracias por tu comentario. Creo que aciertas de lleno en lo que dices del «miedo a conectar. que lleva a la superficialidad y la falta de compromiso. También con lo de que todos tenemos ese anhelo universal de amar y ser amados. Y me encanta lo de contraponer a la cultura del sexo casual, la cultura de la ternura, ¡muy necesario!
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