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Ideas para vivir una sexualidad satisfactoria en el noviazgo

Si eres de los que ha optado por el sexo de verdad (es decir, por esperar al matrimonio), ya sabes que esta decisión no va de aguantarse, sino de querer, de aprender a querer, también con el cuerpo, cada vez mejor. Como comentaba en el punto 2 de este post: «La sexualidad forma parte de cada uno de nosotros y no es sano anularla. ¿Se puede vivir una sexualidad satisfactoria en el noviazgo y que eso sea compatible con esperar al matrimonio? Sí». Voy a intentar explicar un poco el cómo, teniendo en cuenta cuatro aspectos: el amor del bueno, el placer, las situaciones y la espontaneidad.

Cuando se habla de estos temas, la pregunta suele ser: «¿Hasta dónde podemos llegar?»

Como señala este vídeo, la cuestión está mal planteada. Se entiende la buena intención de querer saber cómo acertar, pero deberíamos preguntarnos más bien: «¿Cómo puedo amar mejor a la persona con la que estoy saliendo?». Si habéis decidido esperar al sexo de verdad, tener ese propósito como guía ayuda a acertar con las manifestaciones físicas de amor en vuestro noviazgo. Si queréis esperar hasta el matrimonio, no tendría sentido dar todos los pasos encaminados hacia donde —por el momento— no queréis llegar. Dicho más claramente, como señala este artículo: «Si el sexo es de verdad en el contexto del matrimonio, entonces los actos que conllevan excitación sexual (…) deberían reservarse también para el matrimonio».  Hacerlo de otro modo no sería vivir con satisfacción la sexualidad. Es más, sería bastante frustrante. Si queremos bien al otro, no vamos a ponerle en una situación en la que sabemos que le va a resultar difícil conseguir lo que nos hemos propuesto, ¿no?

¿Entonces es que el placer es malo?

No. El placer es bueno, como el sexo, pero si piensas que el sexo tiene su momento y su contexto adecuados, lo mismo sucede con el placer que lo acompaña.

El placer en lo sexual no debe ser nunca un fin buscado por sí mismo —ni en el noviazgo ni en el matrimonio, de hecho—. Es un plus que acompaña el acto sexual. Convertirlo en fin lo desordena todo porque hace que pierdas de vista que lo primero es amar a la otra persona, no conseguir tu propio gustirrinín. Y acaba pasando factura, aunque no se vea a primera vista. Porque las personas estamos hechas para ser amadas, no utilizadas —y no vale como respuesta ese «nos utilizamos mutuamente»—. Por eso en las expresiones de amor entre novios, y luego entre los esposos, la intención debe ser lo que su nombre indica: expresar amor, no ir a por el placer.

Creo que todos somos capaces de distinguir qué gestos son de cariño, y qué gestos nos excitan. Y cuándo estamos demostrando cariño y cuándo estamos yendo a por otra cosa. La excitación está genial como preparación a hacer el amor entre marido y mujer, tiene todo el sentido, y uno se da cuenta de la grandeza de nuestros cuerpos y de lo bien que estamos hechos. Una pasada. Pero buscar esa excitación sin más en el noviazgo 1) complicará mucho el propósito de esperar al matrimonio, 2) no supone vivir una sexualidad satisfactoria… porque puede que en algún momento uno de los dos quiera parar, y estar constantemente con el freno puesto cuando se ha desencadenado la excitación… buff… Como le escuché en una sesión a Juan López Padilla: «Ante el estímulo sexual el cuerpo reacciona de modo sexual. No es un acto libre. No podemos comer un pastel y esperar que no engorde». Pues eso.

El placer tampoco puede ser el fin de una relación. En primero de carrera un profesor nos argumentó por qué el placer no podía ser el fin de la vida de una persona: porque es limitado, porque siempre quieres más y nunca te sacias, y a la vez tu deseo de placer siempre es mayor que tu capacidad de placer. Ejemplo: uno quisiera que el vigésimo bombón le supiera igual que el primero, pero no es así. Además, el placer no puede ser compartido: tú experimentarás tu placer, y la otra persona su placer, pero no es algo que compartáis. El placer por sí solo no une.

Puede pasar que no es que estéis buscando el placer directamente, sino que, simplemente, aparezca. ¿Mi consejo? Parad. Miraos a los ojos y recordad qué es lo que de verdad queréis. Porque si se da cancha a la excitación, aunque haya aparecido “sin querer”, enseguida se encarga de llenar de placer-sin-más todas esas caricias que habían empezado como afecto sincero. Tal vez quede un fondo de cariño, sí, puede, pero el placer habrá conquistado el terreno, y eso está desordenado. Y hace daño. Y partimos del hecho de que no queremos utilizarnos el uno al otro.

Además, como argumenta el punto 4 de Sexo de verdad, darle una importancia que no tiene al placer en el noviazgo es dañino para la propia relación. Entre otros efectos: te nubla la cabeza y la voluntad a la hora de tomar decisiones importantes (como, tal vez: ¿esta persona es la de “para siempre”?).

Lo normal es que, cuando amas a alguien, te lo quieras comer a besos y fundirte con él para siempre. Es muy comprensible y lógico. Teniendo en cuenta esta realidad, Karol Wojtyla escribía que hay «que saber utilizar las energías latentes de la sensualidad y de la afectividad a fin de que ayuden a tender hacia el verdadero amor en lugar de poner obstáculos». Transformar potenciales enemigos en aliados. Porque quiero que todas mis caricias y mis besos digan siempre «te quiero» y nunca «solo quiero el placer que obtengo contigo». Mi amigo Jon tiene razón cuando dice que debemos aprender a acariciar, a besar, a pasear cogidos de la cintura…

Y es que esto va a de aprender

Tú no eres el mismo en cada etapa de tu vida. Y tus parejas posibles tampoco se parecen entre sí. Conclusión: hay que conocerse. A uno mismo, al otro y cómo se funciona en común. Decirse con sinceridad y sin tabúes raros qué cosas ayudan a amar de verdad y qué cosas no. Hablarlo. Y, aunque cada persona es un mundo, creo que es interesante no olvidar que chicos y chicas, ante un mismo estímulo, respondemos de maneras diferentes. A veces aprendemos de nuestros errores: lo importante es levantarse y volver a intentarlo. Si tienes claro el objetivo, apuesta por ello y no te rindas. Una cosa sí os digo: este tema no puede ser un choque constante en la relación. Si tu pareja no te ayuda con esto, puede ser un motivo para, al menos, plantearse las cosas. Hay que esforzarse, sí. Cuesta, sí. Pero es diferente si los dos partís con el mismo propósito, la misma motivación, o, al menos, aunque uno no parta de ahí, comprenda la postura del otro y la integre en la propia vida. Vivir bien la sexualidad en el noviazgo no debe ser una lucha titánica diaria que absorba todas las energías, ni algo obsesivo, ni algo que ocupe el 90% de vuestras conversaciones…

Aprender a amar con el cuerpo «requiere acompasar el cuerpo y el corazón, para que expresen la realidad del amor. Se trata de aprender el lenguaje corporal del amor, acompasando el ritmo del cuerpo (más rápido y, hoy, sobreestimulado) al ritmo del corazón y, ambos, a la realidad que en cada momento vivimos» (Una decisión original, p. 45). Lo dice una canción: «Has logrado que mi cuerpo y mi mente ahora vayan al mismo compás». Eso hace el amor del bueno. Acompasar todas las partes que forman nuestro yo.

¿Algún consejo práctico?

Dos. Uno general y otro más concreto:

  • Luchad cada día por amaros mejor. Si buscar el placer por el placer es lo más contrario a amar (porque es utilizar), construid cada día vuestro amor con todas esas cosas que son más amor del bueno: pensar en el otro, buscar su felicidad, no ir pendiente del propio ombligo, saber perdonar rápido, la generosidad en tantas situaciones cotidianas, etc… Cuanto más y mejor amas a alguien, ¡claro que puedes fallar y equivocarte!, pero digamos que “compras papeletas” para acertar en amar bien.
  • Las situaciones. ¡Las situaciones! No es que haya una lista cerrada y fija de «situaciones prohibidas”, pero creo que si activamos el sentido común, cada cual puede descubrir unas cuantas a evitar en su circunstancia personal y en su noviazgo. Recordemos que la pregunta-marco es: «¿Cómo puedo amar mejor a la persona con la que estoy saliendo?». No compensa vivir en una tensión sexual constante. No se trata de aguantar un dique que cada vez se va llenando y llenando más… y que explotará en cualquier momento si continúa así. Si sabemos que hay situaciones (lugares, momentos del día, etc) que nos llevan a “llenar el dique”… ¿para qué ir en dirección opuesta a lo que nos hemos propuesto? Es fácil que surja el autoengaño con el típico «yo controlo»… pero en el amor —y en la vida— todo es mucho mejor si hacemos las cosas sencillas.

«Ufff… ¿pero no crees que lo estás complicando todo? Demasiadas cosas a tener en cuenta. El amor debería ser mucho más espontáneo…»

Sí. El amor es creativo, es libre, y creo que vivir la sexualidad en el noviazgo encaja más con la espontaneidad que con una lista de “cosas que no / cosas que sí”. Pero la verdadera espontaneidad no es improvisación, no es “dejarse llevar” —porque “dejarse llevar” muchas veces se completa con “dejarse llevar por las ganas/ el instinto/ los impulsos”, y todo ello tiene poco de libertad verdadera y mucho de egoísmo—. Para que la espontaneidad de los gestos de amor (abrazos, besos, caricias…) sea amor del bueno, y nos lleve adonde queremos ir, tiene que haber un fondo interior bueno. Que la espontaneidad salga de un corazón que sabe amar, y no de otras partes del cuerpo.


Foto de Toa Heftiba en Unsplash

13 comentarios en “Ideas para vivir una sexualidad satisfactoria en el noviazgo

  1. Daniel H Miranda dijo:

    Está excelente el artículo. Me hubiera disfrutado mucho más mis relaciones del pasado (y quizás hasta hubieran sido menos cantidad porque ya no tenia que buscar más) si hubiera sabido esto hace 20 años atrás. Pero nunca es tarde…nunca es tarde. Gracias.

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  2. Itziar dijo:

    Discrepo mucho, Lucía… Al equiparar el sexo de verdad a «esperar al matrimonio». ¿El resto entonces qué es? ¿Es que no se puede vivir una sexualidad plena, con buen fondo, como expresión de afecto, amor y ternura fuera del matrimonio? Mira que soy creyente…

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    • Luzmaral dijo:

      Hola, Itziar
      Gracias por tu comentario y por tu tiempo.
      A tu pregunta, la respuesta es que creo que sí se puede, como comento en este post, en el que entiendo «sexualidad» en sentido amplio. Centrando el foco en la sexualidad entendida como «relaciones sexuales», estoy de acuerdo en que una relación sexual puede tener mucho afecto, amor y ternura, también fuera del matrimonio.
      No estoy de acuerdo en lo de “plena”. Si entendemos el sexo como lenguaje corporal que expresa una entrega completa… esa expresión no será del todo verdadera si no es manifestación de una entrega completa (entrega de la vida, es decir, matrimonio -no hablo de necesariamente matrimonio por la Iglesia, sino matrimonio como institución natural-). De ahí que creo que al sexo fuera de ese ámbito le falta algo, y por eso reservo la expresión “sexo de verdad” para los casos donde hay una entrega matrimonial .
      Esta idea la comento más en el primer punto del post que se llama “Sexo de verdad”, no sé si has podido echarle un vistazo, creo que ahí está más desarrollada y se puede entender mejor.
      Como verás en ese artículo, las argumentaciones están basadas en la antropología y la ley natural. Creo que no se trata de ser creyente o no. Es una cuestión de nuestro ser personas. (Que claro que la fe puede aportar mucho, pero para hablar de esto no es imprescindible).
      Luego, lógicamente, que cada cual apueste por el modo de vivir la vida que más crea coherente con su conciencia. En el blog intento compartir los descubrimientos que he hecho (y que voy haciendo) sobre estos temas porque me parece que esta propuesta de vivir la sexualidad (por ceñirnos al caso concreto) es la que aporta mayor felicidad al ser la que se ajusta más a nuestro ser personal (y creo esto no solo por experiencia propia y ajena sino también como fruto del estudio y la conversación con grandes sabios del asunto de quienes he aprendido muchísimo).
      Muchas gracias de nuevo por tu comentario y por sumarte a esta conversación sobre “lo que aprendemos por el camino”, como dice el subtítulo del blog. 😉

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Lo que aprendemos por el camino, muchas veces lo aprendemos con los demás... ¿Qué te ha parecido este texto?

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