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Trucos para escribir para gente sin tiempo

Tras el post de Instagram de trucos que me sirven para leer en medio del ajetreo del día a día (aunque nunca tanto como quisiera), surgió la idea de un post de trucos para escribir cuando querrías pero no consigues sacar tiempo. 

Aquí van ideas que me ayudan, pero contadme en comentarios qué es lo que os sirve a vosotros, ¡que lo bueno se comparte!

Repasando estos puntos tras terminar la entrada, he pensado que muchos de ellos, de hecho, pueden servir para fomentar muchas otras aficiones que no sean la escritura, así que ojalá sean útiles para que alguien vuelva a pintar, retome la costura, se apunte a cerámica, saque tiempo para hacer deporte… Cualquier cosa, me encantará saberlo. 😉

NO HAY MOMENTO IDEAL PARA ESCRIBIR

Como en el caso de la lectura, para mí fue fundamental deshacerme de la barrera mental de que para escribir necesitaba disponer de una mañana o de una tarde (enteras) en silencio (como mínimo). A ver, en mi vida actual eso no se da habitualmente (nunca), así que asumí que si quería seguir escribiendo —que es lo que más me gusta hacer—, tenía que hacerlo en las circunstancias en las que estaba. ¿Que no son las ideales de mis sueños? Toda la razón. Pero es lo que tengo y es mejor que nada.

El verano de 2016 fue la primera vez que María Álvarez de las Asturias me comentó que deberíamos escribir algo a cuatro manos. Yo le dije que la idea en sí me molaba pero que no veía que fuera el momento: Jaime (mi primer hijo) tenía entonces 3 meses y supongo que me encontraba un poco desbordada. Me río al recordarlo porque tres años y dos meses después, María y yo estábamos en un descanso de un congreso sobre acompañamiento en el noviazgo (yo con Ignacio incorporado, como se puede ver aquí) terminando el índice de lo que sería Más que juntos. Un libro que escribimos sobre todo durante el confinamiento y yo embarazada de Fátima (con todas las molestias que los embarazos me suelen traer) y que terminamos con ella recién nacida.

Supongo que, como con el tema de la lectura, he aprendido a aprovechar pequeñas unidades de tiempo. Aunque, así como para leer me valen ratitos de 10 minutos, es verdad que para escribir al menos necesito media hora (una hora idealmente). Por otra parte, me resulta más sencillo aprovechar esos períodos de tiempo cortitos aplicando algunas de las ideas y trucos que os cuento a continuación.

CREAR EL HÁBITO

Aunque es un poco caótico podría decirse que tengo algo así como un cierto hábito. Al menos, a fuerza de luchar por esos momentos, he acabado desarrollando una cierta “necesidad” de ellos, es como un “hacer ganas”. Resulta mucho más fácil ponerte a hacer algo para lo que tienes ganas, que te apetece, que te ilusiona, que te gusta… Si solo es un “to-do” más, si cae en el tengo-que… sus papeletas para convertirse en momentos inexistentes son más altas. Dicho esto: las ganas a veces hay que hacerlas, no surgen siempre solas. 

La relación con la escritura puede ser de amor-odio. «¿Cómo es posible que lo que más me gusta hacer en ocasiones me resulte tan pesado? ¿Por qué me tengo que obligar a hacer lo que más me gusta?». Por eso el hábito ayuda: te fijas unos tiempos reservados para escribir, aunque sean mínimos, y los tratas con la importancia que le darías a una reunión con tu jefe o a una cita con el dentista, es decir: solo te lo saltas en caso de extrema necesidad. Tener esos tiempos fijados te ayuda a irte mentalizando también para ese momento, incluso disfrutando con antelación de ese tiempo de paz y escritura. 

La vida siempre tiene muchos reclamos, cosas que parecen más urgentes, imprevistos (que a veces no son aplazables, aunque muchas sí), etc… pero creo que es bueno ser fiel a lo que uno se ha propuesto. Como dice Enrique García-Máiquez, hay que decir que no a cosas para salvaguardar los síes que has dicho con anterioridad. Todo con realismo y reajustando: si habías decidido escribir 2 horas al día y no lo estás consiguiendo y solo te frustras, a lo mejor hay que rehacer el plan, la estrategia o algo.

NO HAY LUGAR IDEAL

No necesitas una habitación propia, como diría Virginia Woolf, aunque eso siempre ayuda (y desde que estamos en Oxford, yo la tengo). De hecho Woolf, en ese libro, alaba las grandes obras de Jane Austen, subrayando que ella escribía en el salón, con todo quisqui dando vueltas, entrando, saliendo, etc…

UN EXCEL Y UN GOOGLE CALENDAR

Antes de empezar el curso (o el año) preparo en un excel una lista de todos los posts que me gustaría publicar en el blog, también teniendo en cuenta el mínimo de periodicidad que quiero llevar. Intento ponerme un propósito asequible para no frustrarme y revisarlo por temporadas: a veces han sido dos al mes, otras uno, otras tres…

Pensar con antelación sobre qué voy a escribir me ahorra mucho tiempo, aunque luego todo con flexibilidad, por si surgen temas de actualidad o ante una pregunta de algún lector o cosas que se me ocurren que creo que merecen un huequito en el blog.

En el excel incluyo un enlace al documento de google docs donde ir apuntando ideas, links de artículos interesantes, textos que me ayuden a documentarme, etc. A veces también apunto todo eso en notas del móvil y luego lo paso al documento. Así, cuando me voy a poner a escribir el artículo de turno, no parto de cero sino que tengo varias ideas.

Esto unido al google calendar: una vez que tengo el excel programo en google calendar cuándo ir escribiendo esas entradas. Apunto en el calendario el tema de la entrada, añado el link del google doc y reservo diferentes huecos (lo que calculo que me llevará escribirla, otro tramo de tiempo para corregirla y otro momento para publicarla).

Apuntarlo en el google calendar me hace tenerlo en la cabeza durante toda la semana: voy pensando y le voy dando vueltas al tema. Si leo algo o escucho algo relacionado, estoy con el radar puesto y es más fácil que coja esa idea al vuelo. Así, una vez más, cuando me siento no parto de cero. Es muy frecuente que de 5 ideas apuntadas acabe descartando 4, pero al menos me queda una.

A quien tenga una caligrafía bonita y le inspire y le ayude organizarse en agendas de tapas preciosas y en cuadernos de escritor pro, creo que las ideas son igualmente aplicables. 

LA “ESCRITURA INVISIBLE”

Os lo contaba en «Mundos en palabras»

«Escuché una vez al director y guionista Rodrigo Cortés hablar de la “escritura invisible”: todo ese trabajo que va haciendo tu cabeza aunque no estés escribiendo propiamente hablando. Cuando las palabras se encuentran todas juntas y mezcladas en la cabeza, las ideas vuelan e interaccionan entre ellas y todo constituye una masa amorfa. Más tarde es necesario el momento de arremangarse, sentarse e ir dando forma a un texto con golpes concretos y precisos sobre la materia que la admiración ha ido coleccionando. Con cinceles rigurosos o a veces a martillazos, para que se desprenda un bloque entero que sobra y entorpece que el texto luzca. Para poner en palabras mundos infinitos»

Esa “escritura invisible” se puede llevar a cabo en múltiples sitios: esperando en una cola, en el bus, conduciendo, cocinando, en la ducha, lavándote los dientes, limpiando… Antes de saber que a todo este trabajo creativo de la mente Rodrigo Cortés lo denominaba “escritura invisible”, yo ya lo había practicado: por ejemplo, fui capaz de escribir Me debes un beso en 4 semanas no solo porque tenía a saco de tiempo (dulce verano de los 16 años) sino también porque llevaba todo ese curso dándole vueltas a la historia, apuntando cada cosa que veía que me podía servir, pensando la estructura, creando los personajes…

Para alimentar la “escritura invisible” y vencer el pánico de la página en blanco en el caso de Por donde entra la luz me ayudaron varias cosas cuando me propuse terminarla después de años y años avanzando a trompicones: 

  • por un lado, tenía desde el comienzo un calendario donde sabía qué pasaba en cada uno de los días de los dos meses que pasa la protagonista en el pueblo de la abuela. Tener un plan y una estructura me resultan muy útiles. Luego siempre con la flexibilidad que te exige la actividad creativa y unos personajes que poco a poco van cobrando vida y empiezan casi a tomar sus propias decisiones.
  • por otro lado, lo último que hacía antes de terminar de escribir en el ratito que me había propuesto era dejar empezado el siguiente párrafo o el siguiente capítulo. Así el reengancharme a la historia me costaba menos cuando volvía a conseguir un hueco para escribir.
  • con todo esto, entre momento de escribir y momento de escribir (que a veces podía haber varios días entre uno y otro), mi cabeza seguía trabajando, seguía en cierto modo metida en el hilo narrativo y no lo sentía tanto como estar desconectada de la historia y tener que volver a conectarme, sino más bien un “vivir en la novela”, que hacía que esos ratitos cundieran mucho más.

¡Espero que estas ideas os hayan ayudado! Más ideas, preguntas, sugerencias, ¡os leo!


No he mencionado a Pablo porque, propiamente, no es «un truco». Pero, por justicia (y por amor) no puedo no contaros que, sin él, yo escribiría mucho menos. Sin él, sin sus «me quedo yo un rato con los niños», sin su escucha atenta a mis movidas mentales, sin sus preguntas certeras, sin sus ojos de editor exigente y cariñoso, sin su apoyo incondicional. Gracias por todo eso y más.


Foto de Thought Catalog en Unsplash

4 comentarios en “Trucos para escribir para gente sin tiempo

    • Luzmaral dijo:

      ¡Me alegro mucho de que te haya gustado! Y lo de tener siempre a mano algo para apuntar me parece un básico. Parecen cosas pequeñas, pero muchos pocos hacen mucho. ¡Gracias por comentar!

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Lo que aprendemos por el camino, muchas veces lo aprendemos con los demás... ¿Qué te ha parecido este texto?

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