café no es una propuesta matrimonial makelovehappen

Dos cafés (o más) tampoco son una propuesta matrimonial

Las red flags son innegociables. Nadie quiere ser una novia o un novio oprimido. Pero a veces se rechaza una segunda cita por una mentalidad de «puede haber algo mejor». La “paradoja de la elección” vuelve más sencillo el “descarte”, pero quizá no es la actitud adecuada en el mundo de las relaciones

Conoces a una persona, es maja, es guapa, coincidís en lo fundamental, pero… Siempre hay un pero. Siempre lo va a haber. La paradoja de la elección junto con el mito de la media naranja (piensas que solo una persona puede encajar contigo y te aterra fallar en la decisión) son un combo explosivo que te va a llevar a no decidir nunca, o a andar siempre agobiado con tus decisiones

Diferenciar lo innegociable de lo demás

Cada cual es libre de decidir sus red flags, por supuesto, pero con esta mentalidad de búsqueda de la persona ideal, lo que tenemos es una lista de imposibles. «Las cosas se complican cuando las personas tienen una lista de 1 millón de irrenunciables», decía una de las respuestas en Instagram. Y coincido plenamente con esta apreciación. Hay que tener irrenunciables, sí. No seré yo quien diga que hay mendigar el amor o bajar el listón. Pero a ver dónde ponemos los estándares o en qué cosas colocamos el foco.

Sobre esto, otra chica en la encuesta explicaba que es importante saber lo que quieres y lo que no, pero que, una vez que ves que la otra persona no tiene los “noes”, puedes abrirte a que tenga muchos “síes” que tal vez ni te habías planteado en un primer momento como aspectos a valorar en una posible pareja. 

Porque, paradójicamente, la lista de “lo que espero en mi pareja ideal” es más restrictiva y excluyente que la lista de “lo que no tiene que tener mi pareja ideal”. Por eso creo que sirve más una lista corta de irrenunciables, que una lista detallada que parezca una carta a los Reyes Magos, con aspectos esenciales mezclados con otros totalmente accesorios. Es más útil, te facilita una mirada más amplia para los posibles candidatos, te ayuda a librarte del riesgo del que os hablaba aquí de intentar encajar en un molde a las personas, en vez de dejarse sorprender y acoger la realidad.

Tampoco vamos a una cita para pasarlo mal y estar incómodos, eso está claro. A veces no hay una razón objetiva, sino más una intuición. No se trata de forzar nada. Pero sí de crear ocasiones, oportunidades, y de no descartar a la gente a lo loco.

Recuerda: no hay ninguna presión de que tengas que decidir en la primera cita si esa persona puede ser tu novio/a o no. Seguramente no lo sabrás después de una primera cita y necesitarás más. Un café no es una propuesta matrimonial. Y dos o más cafés, tampoco. Pero si piensas que “a otra cosa, que hay muchos peces en el mar” o que “no encaja con mi check list más larga que un día sin pan”, te estás perdiendo ocasiones.

En la misma línea, otra respuesta que me gustó:

«A veces tenemos una lista de cómo sería nuestra pareja y lo que no debería hacer. No hablo de valores u otros aspectos importantes, me refiero a detalles como gustos, etc. Si me hubiese guiado por esos detalles más superfluos, no hubiese dado la oportunidad a mi pareja»

Y otra, que redondea la idea:

«La paradoja de la elección nos lleva a ser intolerantes con la imperfección de los demás…».

Una seguidora de la cuenta decía: «Creo que hay que tener paciencia en esto de las citas y dar espacio para que el otro pueda ir «desvelándose» poco a poco». Y esta es una de las ideas fundamentales que os quería transmitir. Algo parecido os contaba aquí: «Solo en el tiempo podemos ir desvelando nuestra intimidad y eso es lo que nos hace capaces de construir relaciones sólidas y no de fast food». 

Una respuesta subrayaba la importancia de tener las ideas claras sobre qué buscas y qué no, y comentaba que luego hay algo de intuición, pero «no es solo sentir, es tener las charlas incómodas, preguntar, responder…». Yo os daba ideas sobre temas para ir tratando en sucesivas citas, sobre todo cuando se está ya en el tiempo amorfo, en este post.

Si necesitamos años de noviazgo para conocer a la otra persona para saber si es con quien nos queremos casar, ¿por qué nos sirven solo un par de horas en una cita  para saber si es una persona con la que podríamos empezar un noviazgo? (fuera de casos de red flags).

Y aquí va mi lista de aspectos que, en mi humilde opinión, no me parece que necesariamente tengan que llevar a rechazar una segunda (o próximas) cita

«No ha habido feeling»

Como comentaba en el anterior post, a veces el flechazo es fulminante. A veces va «a fuego lento tu mirada…». Si después de 2 o 3 citas ves que no hay feeling por ninguna parte y tampoco estás disfrutando de esos cafés, pues ya es otra cosa. ¿Pero una primera cita un poco sosa en la que no te has sentido arrebatado por una emoción poderosísima? La considero aceptable y con posibilidad de repetirse (esperando que vaya mejorando, claro). 

Además, esa sensación de conexión, de «nos miramos y nos entendemos», si la hay, es verdad que es un subidón, pero aún se trata de algo muy superficial y no dice nada sobre vuestra capacidad para realmente entenderos en vuestra futura hipotética relación. Para mirarse y entenderse de verdad hace falta conocerse mucho y muy, muy buenas conversaciones

Estar enamorado (ese sentir que hacemos clic, que os contaba aquí) es importante para empezar a salir, pero no 100% necesario para las primeras citas.

No fluye la conversación

No me parece tan grave. Y tened en cuenta que esto os lo dice alguien a quien le encanta hablar y que aboga por la comunicación como pilar fundamental de las relaciones. 

Pero me explico: la conversación en una primera cita puede no fluir por muchísimos factores, y no obligatoriamente es símbolo de que jamás va a fluir. Durante los noviazgos y durante los matrimonios hay muchísimos momentos en los que «la conversación no fluye», y no es señal de menos amor. 

Ok, es verdad, que no es lo mismo con la relación avanzada que empezar ya a contrapelo. Pero adonde voy es que puede haber muchas circunstancias que hayan hecho que ese primer café haya sido bastante ortopédico: nerviosismo, timidez, desconocimiento, etc. 

No se enseña a ligar y no sabemos cómo hacerlo. Hay personas muy echás pa’alante y que pueden manejar la situación con soltura. Pero para otras, cada café con un candidato es un Everest. 

Aquí quiero hablar de una excepción de la red flag del anterior post, la de “Solo habla de sí mismo”: a veces esto puede ser también por nerviosismo, por no saber manejar una conversación con alguien cara a cara. ¿Tal vez tendríamos que montar un taller sobre “Practica tu primera cita”?

El atractivo físico

Obviamente, si te repulsa con solo mirarle la cara, pues no hay mucho que hacer. Pero, como decía en el artículo de la primera cita, nos enamoramos de la persona, no solo de un físico, y creo que todos tenemos experiencia de haber empezado a ver más guapa a una persona cuanto más la conocíamos (no solo una pareja, sino entre amigos, conocidos, compañeros, etc). 

Porque hay algo que no está solo en lo físico; “el encanto”, lo llamo yo. Por eso a veces miras a los novios / maridos de amigas con perplejidad y te preguntas cómo puede ser que ellas los vean guapos. Y no es porque el amor sea ciego.

Citas “sin más”

He metido en un mismo saco varias respuestas que decían cosas parecidas, como: me aburrí, no me reí nada, fue algo incómodo, no pasé un rato agradable. No seré yo quien os obligue a repetir una cita que ha sido un muermo. Pero al menos sí a que consideréis que, en este caso, puede pasar un poco como con lo de la conversación que no fluye. 

Esto también me ha recordado al artículo «La manía de ponerle notas a todo». En un momento dice: 

«Todo se puntúa, todo se barema, no hay un solo aspecto de la vida cotidiana que no se someta a una valoración exhaustiva. No solo se valora en general, con estrellitas, corazones o deditos de gusto o disgusto, sino cada aspecto específico: limpieza, amabilidad, sabrosura, jugosidad de las croquetas, blandura de la almohada, olor del ambientador del taxi, amortiguación, servilismo de los empleados…». 

Y creo que en cierto modo, esta dinámica la estamos traspasando a nuestras citas y a nuestras relaciones. Sobreanalizando cada experiencia. Puntuando interiormente.  Y termina el artículo: 

«Las personas cotizamos en una bolsa de valores morales donde no hay descanso y donde cada momento es decisivo. No hay instantes de transición, apenas hay sitios donde quitarse la máscara y dejar de interpretar el papel que asumimos. Así vamos, adolescentes perpetuos, pavos reales siempre listos para pasar revista, impecables, lúcidos, divertidos […]. No es extraño que estemos agotados».  

Como dice el autor, vivir así es agotador. Y toda esta tensión que se añade a las citas no ayuda para nada: ni a conocerse, ni a darse a conocer, ni a vivir las citas de manera sencilla y relajada, madura, humana. 

La otra persona es prepotente

Varias respuestas han comentado algo similar: es un prepotente, un soberbio, etc. Tal vez hace unas semanas habría colocado esta respuesta como una red flag. Pero acabo de terminar de releer Orgullo y prejuicio y con esto solo puedo pensar en Mr. Darcy y Lizzy Bennet… No haré spoilers ;), pero sí diré que, así como en una sola cita sí que podemos saber que no compartimos convicciones esenciales, creo que es muy difícil saber cómo es la otra persona. Podemos etiquetar a la gente lo que queramos… nos vamos a equivocar sin remedio si no nos decidimos a conocerla de verdad, no solo superficialmente. 


Todo esto no son más que consejos. Reflexiones para intentar echar por tierra prejuicios e ideas preconcebidas. Sugerencias para que el mundo de las citas no sea tan complicado. Tal vez la suma de todos o varios de estos elementos puedan llevar a la decisión de no repetir la cita, y también lo entiendo. No es lo mismo «No ha habido feeling», que: «No ha habido química, me he sentido incómoda, le huele el aliento, me atrae -3 y no tiene conversación».

Como me decía una chica también en una respuesta que me gustó mucho: en todo el proceso desde que te gusta alguien hasta una posible boda, hace falta mucho discernimiento

No hay recetas fijas. Pero, como demuestra el propio hecho de que haya habido tantísima unanimidad en algunas de vuestras respuestas de la encuesta que hice en Instagram, sí que podemos decir que la experiencia de las citas es bastante universal, tenemos todos miedos y anhelos similares, preocupaciones, dudas… por eso se pueden aportar algunas líneas generales.

Confío luego en vuestra inteligencia y vuestra prudencia para poner en práctica las ideas de estos posts. 

Ahora, ¡a tomarse muchos cafés! 

Con paz y disfrutando.



P.D.: Pensaba hablar del ghosting, pero ya me quedaba muy largo, ¿preparo otro post sobre ese tema?


Foto de Circle Digital Marketing Agency en Unsplash


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Un comentario en “Dos cafés (o más) tampoco son una propuesta matrimonial

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