Aprender a ligar con «Orgullo y prejuicio»

Releyendo «Orgullo y prejuicio», de Jane Austen, me di cuenta de que contenía muchas sabias lecciones sobre el arte de las citas. Que el lector no tema: no se trata, ni mucho menos, de volver al lenguaje de los abanicos. Tampoco de un modelo de cortejo que implique que la mujer espere sentada en su torre de marfil. Si Jane Austen es un clásico es porque sus novelas reflejan verdades universales del ser humano. Por eso no pasan de moda.

¿Es más difícil enamorarse a los 30 que a los 20?

A los 20 todo es más fácil: menos exigencias, más ilusión, cero manías. Conoces más gente, tienes menos miedos y más ganas de lanzarte. La vida aún no te ha dado tantos golpes y creces junto a quien amas. A los 30 hay más cabeza, más filtros… y más cicatrices. El amor puede ser más sereno, sí, pero ya no tan ingenuo o tan impulsivo. ¿Es más difícil entonces enamorarse a los 30? Si es así, ¿podemos hacer algo para que no sea tan difícil?

café no es una propuesta matrimonial makelovehappen

Dos cafés (o más) tampoco son una propuesta matrimonial

Conoces a una persona, es maja, es guapa, coincidís en lo fundamental, pero… Siempre hay un pero. Siempre lo va a haber. La paradoja de la elección junto con el mito de la media naranja (piensas que solo una persona puede encajar contigo y te aterra fallar en la decisión) son un combo explosivo que te va a llevar a no decidir nunca, o a andar siempre agobiado con tus decisiones.  Cada cual es libre de decidir sus red flags, por supuesto, pero con esta mentalidad de búsqueda de la persona ideal, lo que tenemos es una lista de imposibles. «Las cosas se complican cuando las personas tienen una lista de 1 millón de irrenunciables», decía una de las respuestas en Instagram. Y coincido plenamente con esta apreciación. Hay que tener irrenunciables, sí. No seré yo quien diga que hay mendigar el amor o bajar el listón. Pero a ver dónde ponemos los estándares o en qué cosas colocamos el foco. Aquí va mi lista de aspectos que, en mi humilde opinión, no me parece que necesariamente tengan que llevar a rechazar una segunda (o próximas) cita. 

La primera cita: el antes y el después

¿Qué se necesita para dar el paso para una primera cita?  Primero, recordar que «un café no es una propuesta matrimonial». Así que no hay que darle tantas vueltas, ni sobreanalizarlo, ni agobiarse en exceso. Segundo, tener alguien a quien pedírselo. Y ese alguien no tiene que ser “ya” el amor de tu vida; quizá llegue a serlo, pero aún no puedes saberlo porque aún no os habéis tomado ningún café juntos y necesitáis conoceros más. Y, ¿cuáles son las "red flags" que podrían llevarte a rechazar una segunda cita? De estos dos temas hablo en este post.