A los 20 todo es más fácil: menos exigencias, más ilusión, cero manías. Conoces más gente, tienes menos miedos y más ganas de lanzarte. La vida aún no te ha dado tantos golpes y creces junto a quien amas. A los 30 hay más cabeza, más filtros… y más cicatrices. El amor puede ser más sereno, sí, pero ya no tan ingenuo o tan impulsivo. ¿Es más difícil entonces enamorarse a los 30? Si es así, ¿podemos hacer algo para que no sea tan difícil?
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Hacer el amor: cantidad o calidad, falta de tiempo y fijación por el placer
El sexo es bastante sencillo: pero sacarle todo el potencial que contiene por diseño, vivirlo de una manera que nos haga querer más y mejor, disfrutando con todo nuestro ser, que nos sintamos queridos, deseados, acogidos, en cada centímetro cuadrado de piel y de alma… eso no sale solo. Una vez desterrado el mito de la espontaneidad, convencidos de que el tiempo es un aliado y de que podemos construir el deseo, podemos encontrarnos con otras cuestiones para resolver: ¿mejor cantidad o calidad? ¿Qué hacemos ante la falta de tiempo? ¿Cuál es el papel del placer en nuestras relaciones?
Hacer el amor: el mito de la espontaneidad y cómo construir el deseo
Las películas nos muestran relaciones sexuales “perfectas” (según ciertos estándares): surgen espontáneamente, a los dos les apetece al mismo tiempo, en general siempre están disponibles y con energías suficientes para ello (por eso es muy fácil que surja en cualquier momento y lugar y que un pestañeo o una leve caricia sea la chispa que prenda todo). ¿El truco? Es ficción. Vale, ¿entonces fuera de las pantallas estamos abocados a lo contrario? No, para nada. Pero hacer el amor, como un buen baile en pareja, no se improvisa.
Han saltado chispas, ¿y qué?
Los roces, las discusiones, los problemillas del día a día forman parte del amor del bueno. Hay que asumirlo. Así como se produce una cierta crisis cuando se rompe la burbuja de la idealización del enamoramiento y se empiezan a ver los defectos del otro… las primeras discusiones de casados también pueden marcar un hito. Aquí van 6 ideas para afrontar estos roces cotidianos.
