Un carpe diem que te lleva a disfrutar de la vida, la belleza de no ser "eficaz", la flexibilidad necesaria para una aventura, la huida del "tengoque", la grandeza de las pequeñas cosas... Todo esto —y más— me ha enseñado mi hijo en dos años.
Un carpe diem que te lleva a disfrutar de la vida, la belleza de no ser "eficaz", la flexibilidad necesaria para una aventura, la huida del "tengoque", la grandeza de las pequeñas cosas... Todo esto —y más— me ha enseñado mi hijo en dos años.