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Lo que un padre primerizo no necesita oír

Si estáis a punto de ser padres primerizos… ¡que no os metan miedo! Ahí estáis, con las emociones a flor de piel, la barriguita incipiente —o la barrigota—, la ecografía de vuestro hijo, la ilusión de esa nueva vida que va creciendo dentro de ti… y qué frecuente es toparte con alguno de estos comentarios: «Aprovechad para dormir ahora» —creo que este es el número uno—, «Ay, amigos, se os termina lo bueno», «Se acabó viajar e ir al cine», «Decid adiós a las noches de pasión»… Si tenéis la desdicha de que la conversación derive a detalles referidos al embarazo y/o el parto… preparaos: narraciones de partos que parecen películas de Tarantino, la típica que te cuenta todos los pormenores y hasta los puntos que le dieron, quien te profetiza que tendrás náuseas hasta la semana cuarenta, etcétera…

¿Para qué todo esto? ¿Cuál es el fin? ¿Asustar a los padres primerizos? ¿Volcar la propia frustración interior? ¿Buscar que alguien se compadezca de tu vida —y que consideras desdichada y por eso te ves en la obligación de advertir a los “incautos”—? Tal vez vayas con buena intención y eres feliz con tu familia. Entonces, ¿para qué meter miedo y dedicarte a subrayar los “contras” de la nueva situación de los nuevos padres?

Padres primerizos: ¡pasad tres pueblos de estos comentarios! No dejéis que os afecten, ni que os metan miedo, ni que nublen ni un poquito de la alegría con la que esperáis la llegada de vuestro hijo. Para empezar, algo de sentido común: la experiencia de Eustaquio y Eusebia no tiene por qué ser la vuestra. Ni mucho menos padeceréis todos los avatares de los ciento quince padres que se han apresurado a compartir sus desgracias con vosotros. No tiene por qué ser así. Tal vez vuestro hijo duerma noches enteras a los dos meses de nacer —¡o incluso desde la primera semana!—. Quizá no se complique todo lo complicable en el parto y sí, sea largo y cansado, porque eres primeriza, pero ya está. Puede que os apañéis mejor de lo que sospechabais y podáis volver a ir al cine antes de que vuestro hijo sea mayor de edad —y hasta diecisiete años antes—. Tu cuerpo de mujer se convertirá en cuerpo de madre, es verdad, pero quizá te reconozcas pronto en el espejo en tu nuevo yo.

Y a ti, que eres ese amigo experimentado —o no experimentado, pero da igual, porque a veces nos gusta opinar de cualquier cosa como si fuéramos una autoridad en la materia—: cállate si no vas a decir algo bueno. Y, sobre todo, cállate si no te han pedido consejo. Puede que sean unos padres primerizos muy bien informados. Como comentaba aquí: «Hablar de falta de información en la era de internet es, por lo menos, paradójico». Si te lo piden, habla, pero sé sincero, y sé realista. «Claro, claro, es que a ver, la paternidad, la maternidad, no es todo color de rosa, puntillas y encajes, bebés ideales de Instagram… También es cambiar pañales con contenido radiactivo, noches complicadas, menos tiempo para ti mismo…». Totalmente cierto. Pero realismo no es verlo todo negro y centrarnos en lo peor. Realismo es decir: en mi vida, ¿qué pesa más? Un día lleno de sol en el que cae un chaparrón durante diez minutos… ¿es un día bueno o un día malo?

Si te piden consejo sincero, adelante: cuenta las dificultades, no se trata de mentir a nadie ni de “vender” una imagen de lo que supone ser padres que no corresponde con la realidad, pero cuenta también qué peso tiene eso en tu vida. Si pones en una balanza lo que te ha aportado tu hijo y lo que te ha “quitado”… ¿qué sale? Cuéntalo. Háblales a tus amigos de cómo descubres con él el mundo con ojos nuevos, de las facetas nuevas que has descubierto en ti y en tu mujer / tu marido desde que el peque nació, cuéntales las risas que os echáis, y cómo a veces, el mejor plan es estar los tres juntos, sin más. En resumen: diles si vale la pena lanzarte a la aventura.

Cada vez lo veo más. Más gente metiendo miedo a padres primerizos. Más gente que ante la noticia de un hijo de unos amigos no es capaz de, simplemente, alegrarse y acompañar a esos padres en su nueva etapa y se ve en la obligación de lanzar un «Ufffffff ¡preparaos!» poniendo cara de terror.

¿Pero qué hay detrás de comentarios así? Me da miedo —esto sí que sí— que nos invada esa cierta cultura que cree que un hijo, en vez de un bien en sí mismo, es una especie de “cosa inevitable que hay que tolerar/aguantar”, o un “hito vital” que alcanzar en el que pongo las esperanzas de mi autorrealización —y claro, si el niño no cumple todas mis expectativas, pues me frustro—. Esa tendencia a ver a los niños como parte de mi check-list de plenitud, como un derecho y no como un regalo. Dormir es importante, claro que sí, pero hay muchos motivos por los que no hemos dormido a lo largo de nuestra vida: exámenes, fiestas, escuchar a un amigo… ¿Y cuando vas a una fiesta alguien te dice: «Jo, tío, prepárate porque es que luego no vas a dormir nada»? ¡No! Se presupone que dormirás menos pero que la fiesta vale el esfuerzo. ¿Y tu hijo lo vale?

No es que no sepamos esforzarnos. Somos una generación de sueños grandes, ambiciosos y ganas de cambiar el mundo. Y somos capaces de luchar por lo que nos proponemos. Pero si cuando hablamos de algo tan increíble como una nueva vida solo nos quedamos en las “desventajas” y les damos un peso desproporcionado, entonces creo que debemos afinar nuestra mirada y ampliar nuestro corazón.


Foto de cabecera por Pablo Heimplatz en Unsplash

10 comentarios en “Lo que un padre primerizo no necesita oír

  1. Clara María (Jackie) dijo:

    No cambiaría por nada el ser madre. Y sí que es un rollo que hay gente que le da por predecir tu futuro y decirte lo que tienes que hacer. Como dices, ni caso, que cada familia tenemos situaciones distintas y lo que vale para uno no vale para otro, o encontramos soluciones distintas que van mejor con nuestra forma de ver y vivir la vida. Gracias por la entrada 🙂

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    • Luzmaral dijo:

      Muchas gracias, Clara María (Jackie) por tu comentario. ¡Qué bien expresado lo que dices! Es tal cual. Creo que uno no es consciente del todo hasta que es padre. No hay libro de instrucciones, no hay recetas. Hay muchas ganas de hacerlo bien, cariño del bueno por nuestros hijos e intentar implementar el sentido común. Y formarnos en la medida en que podamos para esta aventura. Gracias a ti 😉

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  2. pilarvf dijo:

    ¡Qué bien escribes y qué bien expresado lo que dices! ¡Sencillamente, me ha encantado!
    Yo misma a veces caigo en esos comentarios… xq parece que es lo que se suele decir. O peor, que está de moda decir esas cosas.
    Me ha gustado tu forma de darle la vuelta al asunto y ver lo positivo, que es mucho más.
    Ser padres es simple y llanamente maravilloso. Todo lo que cuesta vale la pena.

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    • Luzmaral dijo:

      Muchas gracias, Pilar. ¡Me alegro mucho de que te haya gustado! Siempre que hablo de temas de maternidad voy con mucha cautela pensando que, al fin y al cabo, tengo muy poca experiencia… por eso me da mucha alegría ver que gusta a super mamás expertas.
      Y gracias por comentar y compartir también tu experiencia.
      ¡Un abrazo!

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  3. Mapi dijo:

    Lucía! Qué buen post. Totalmente cierto. Desde luego, uno no debe dar su opinión sobre temas ajenos si no se la piden. Si a mí me la pidiesen, creo que yo diría que es un cambio muy radical en cuanto a lo que implica de cansancio, dedicación, preocupaciones, etc. Esto es innegable pero, al mismo tiempo, como dices, si se pone en una balanza, la alegría que te produce un hijo pesa MUCHÍSIMO más que todos los otros esfuerzos.
    Siguiendo tu ejemplo, nadie deja de estudiar una oposición porque hay que esforzarse en estudiar antes todos los días. ¿Por qué? Porque realmente la recompensa vale la pena. Igualmente con los hijos, todos los cansancios que podamos tener no pueden ser mejor empleados que en la alegría inconmesurable que producen los hijos por sí mismos.
    Pero, si no paramos de resaltar el lado «negativo» de tener hijos, es una pena que al final se crea una especie de cultura que ve a los hijos como una carga en vez de como el mayor regalo que podamos recibir en toda nuestra vida.
    Así que totalmente de acuerdo, Lucía!

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    • Luzmaral dijo:

      Woooooooow. ¡Super bien expresado, Mapi! Gracias por tu comentario. ¡Lo firmo y lo subrayo!
      Como bien dices, sería una pena que acabáramos empapando todo de esa cultura que ve a los niños como cargas en vez de como regalos. Pero gracias a Dios, está en nuestra mano parar esa «ola». 😉
      Un abrazo grande

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